jueves, 30 de junio de 2011

Revista Digital de Cultura de Cruz del Eje MACEDONIO BELARTE - AÑO 6 - Nº 69 - JUNIO 2011



Revista Valores en la Sociedad Industrial


MIGUEL ALFONSO MARTINEZ ECHEVARRIA


El proceso de creación de riqueza






¿Qué es producir?

Modos de vida y modos de producción



En una primera aproximación pro d u c i r es la operación de dar lugar a algo. Algo
p ropio de los seres vivos. Producir hojas o
frutos es propio de un árbol, pero no está al
alcance de una piedra. Según el tipo de vida
así es el tipo de producción. La vida de
los brutos se ajusta a unos moldes cerradosy fijos que se repiten del mismo modo en
cada individuo de la especie. La producción
de los brutos es más bien reproducción de
ese molde propio de cada especie. Por contraste
la vida humana no se ajusta a un moldecerrado, sino que cada hombre dispone
de una vida propia e irrepetible. La vida humana











no se agota en la vida de un individuo
c o n c reto, sino que se manifiesta en todos
los posibles modos de vida que cada hombre
realiza. Con esto ya se está diciendo que
la vida humana es por supuesto individual
p e ro que la plenitud de su realización requiere
de todos los individuos de la especie.
El hecho de que cada hombre sea enterrado
expresa tanto la originalidad de esa vida,











así como su necesidad para la plenitud de la
vida. La producción humana es la construcción
de la vida humana, del mundo propio
de los hombres. En este sentido no se trata











de simple reproducción sino de aventura o
descubrimiento del sentido pleno de la vida
del hombre.
La semilla de trigo puesta en las condiciones
apropiadas germina de acuerdo con
un proceso perfectamente previsible, que la
lleva a convertirse en una planta de su especie.
Se lleva a cabo un circuito fijo de reproducción
incesante de esa especie que se regula
por principios perfectamente establecidos.

En los tipos de vida vegetal y animal los
individuos están como incrustados en las
condiciones del medio y se someten a un
patrón establecido. No obstante están abiertos
a una modificación desde fuera, desde
las condiciones de su medio.
La vida del hombre se desarrolla a partir
de la vida vegetal y animal, pero tiene algo
propio y específico. El hombre no tiene un
patrón de vida cerrado, sino que es dueño
de su propia vida. No se limita a la re p roducción
biológica, a repetir un modelo que
le viene dado, sino que se ve obligado a diseñar
su propia vida. El hombre se ve obligado
a trabajar, es decir, a aplicar su inteligencia
a la dirección de los procesos biológicos
que lo constituyen. Esto es lo pro p i o
de la producción humana, el trabajo. De tal











modo que producción y trabajo son en el











caso del hombre una misma realidad.
Los individuos de las especies animales y
vegetales, no son dueños de su vida, no la
pueden modificar y re p roducen el mismo
patrón de conducta. Por contraste el hombre,
es dueño de su vida, es decir tiene que
t r a b a j a r. Un manzano, por ejemplo, sólo
puede reproducirse, pero el hombre puede
p roducir cosas muy diferentes, desde hábitos
morales e intelectuales, hasta los artefactos
más insospechados.
Las plantas y los animales, aunque se reproducen











y se influyen mutuamente viven solos
y aislados. Sus relaciones mutuas son parte
de su entorno, de su medio de vida. Pero
no tiene posibilidad de compartir y convivir
en el sentido más pleno de la palabra. Cuando











las abejas hacen una colmena no comparten
un proyecto, una idea, sino que se ajustan
a un patrón inalterable de conducta. Sin em b a rgo,


la vida humana es política, pre c i s a
de la vida en común. Así como la vida de un
c o rd e ro o de una paloma encierra en cada
individuo la totalidad de ese tipo de vida, la
vida humana necesariamente hace re f e re n c i a
a los otros hombres, incluso cuando por el
motivo que sea no puede relacionarse más
que con unos pocos. Eso es lo que quiere decir
que el hombre es animal político. El homb
re no tiene medio, como los animales, sino
mundo, que es una realidad existencial que
se distiende en el tiempo y el espacio. El trabajo
humano, la producción es también política.
En sentido estricto ningún hombre trabaja
para sí mismo.
La vida de los vegetales y animales viene
determinada por las condiciones del medio.


















































Se alimentan, por ejemplo, de un mismo
modo. Las abejas elaboran miel de acuerdo
con un proceso que no pueden dejar de seguir.


















































Incluso si elaboran miel de flor de brezo
o de flor de romero, no es por elección
libre de las abejas, sino consecuencia de las
condiciones del entorno.
El hombre que vive en su mundo, de algún
modo capta la unidad esencial de todas
las cosas. Situado en presencia de por ejemplo
una vaca, ve más allá de lo inmediato,
como carne, leche, queso, terneros, cuero,
i n t e rcambios, dinero, familia, amistad, sociedad,
etc. Eso le lleva a trabajar, su mundo
no es lo mismo que el medio, tiene que elaborarlo.
Su producción es el mantenimiento
y renovación de ese mundo en el que vive.
Trabaja para los demás y con los demás,


















































razón por la cual la esencia de la producción
humana es la riqueza, el excedente o
el desbordarse de la inmediatez.
La producción económica, el trabajo humano
se enfrenta con la construcción del
mundo, algo que ni está perfectamente establecido,
ni se limita a re p roducir en el
agente un mismo patrón de vida material.
Se convierte en palestra donde el hombre
puede generar hábitos buenos o malos. El
fin de la producción humana no se limita a
la reproducción, al mantenimiento de la especie,
sino a crear un mundo humano, un
modo de relacionarse con los otros homb
res. Cuando lleva a cabo la constru c c i ó n
de artefactos, de modo inseparable, lleva a
cabo un cambio personal, un modo de relacionarse
con los otros, y un modo de tratar
a la naturaleza. La producción económica
es una dimensión, un modo de enfocar


















































la totalidad del sentido de la vida humana.
El trabajo humano se basa en el pro p i o
substrato biológico y está por tanto plenamente
integrado en la biósfera, pero no se
para ahí, sino que está orientado al logro
del mundo humano. Las mismas condiciones
morfológicas del cuerpo humano ponen
de manifiesto que no está destinado a
s o b revivir mediante el esfuerzo físico. No
dispone ni de fauces, ni de garras, ni de pezuñas,
ni de cuernos que le ajusten de modo
automático a un medio pre e s t a b l e c i d o .
Se trata de un cuerpo “hominizado”,
carente de especialización, con apertura a la trascendencia
propia de la vida humana. Su
g a rganta y su mano, han sido capacitadas
para el lenguaje, para dar expresión a su inteligencia,
verdadera fuerza sobre la que seapoya la vida humana.
El modo correcto de considerar la producción
económica es como una dimensión
de la vida de una comunidad. No hay que
caer en el error economicista de pensar que
la comunidad existe para pro d u c i r, sino al
revés: se produce porque existe una comunidad.
Ciertamente que existe una especie
de comunidades, las empresas, que existen
para pro d u c i r, pero hay que decir que ni
son comunidades perfectas, ni su fin es incompatible
con el logro de una vida humana,
también en el seno de la misma empresa.
En cualquier caso es la comunidad política,
en cuyo seno está la empresa, la re sponsable
última de la creación del valor,
que es la razón de la producción.


¿ Pertenece la producción al ámbito político?




























































El prejuicio naturalista

Los primeros economistas tendían a recurrir
a lo que pasaba en las comunidades
más primitivas. En apariencia la vida en esas
comunidades podría ser muy parecida a la
de otros animales superiores. Se dedicaban
a re c o l e c t a r, cazar, o pescar. Un modo de
c o m p o rtarse parecido a la depredación de
muchos otros animales, pero en realidad lo
que más les preocupaba era la vida humana,
la relación con la divinidad, con los
hombres y con las fuerzas naturales. Actividades
en cualquier caso realizadas de forma
comunitaria y con empleo del lenguaje. El
individuo humano no vive en el seno de
una manada, de una colmena, o de otro tipo
de colectivo, sino en una comunidad: un
modo de entender lo que debe ser la vidahumana.
En este sentido la producción es manifestación




























































de la vida política. El excedente lo genera
la comunidad, no el individuo. No es
c i e rto que el individuo genere un excedente
y que por eso necesita interc a m b i a r. En otras
palabras, ningún individuo humano es productivo
en cuanto individuo, sino en cuanto
m i e m b ro de una comunidad política. El fundamento
de la comunidad es la donación, el
darse a los demás. El hombre produce con y
para los demás, ya que es el único modo de
p roducirse a sí mismo. Sólo el que da cre c e .
Los animales se limitan a re p roducirse, sin
generación de excedente, se limitan a lo necesario
para el mantenimiento de la especie,
ni más ni menos. No son dueños de su vida,
de su acción y no pueden dar. La vida propiamente
humana comienza más allá de la
s u p e rvivencia: cuando se domina y se dispone,
para lo cual es necesario estar en el seno de una comunidad.
Siempre ha existido el prejuicio de asignar




























































el origen de la riqueza a las fuerzas de
la materia, y no a su condición de animal
político. El grano de trigo se siembra y produce
sesenta o setenta granos, y se piensa
que ese excedente surge de la capacidad
germinativa de la tierra, y no de la vida política
que hace posible la agricultura. No hay
agricultura sin comunidad, sin un orden en
el modo de dividir las tareas.
En el mundo antiguo la producción económica
era considerada un proceso biológico
localizado en los campos y en las granjas,
en un ámbito prepolítico. De tal modo que
la vida propiamente humana se consideraba
más allá de lo biológico, liberado de las exigencias
de la corporalidad. Una visión dualistade la comunidad política. Los que se dedican
a la producción no viven una vida propiamente
humana, aunque es necesario para
que unos pocos puedan dedicarse a vivir una
existencia propiamente humana. Sólo los
que quedaban liberados de las exigencias




























































del duro esfuerzo corporal, de los trabajos
s e rviles, vivían una vida digna del hombre .
El excedente propio de la pro d u c c i ó n
económica surge de la comunidad humana.
No hay excedente cuando cada individuo
puede resolver por sí mismo sus care n c i a s .
En tal caso no hay ningún tipo de comunidad.
La producción no es algo previo a una
comunidad, sino que la constituye.
En el siglo XVIII los fisiócratas1, primera
escuela moderna de economía, llegaron a
establecer que el excedente agrícola era debido
a que la cantidad de trigo que los campesinos




























































producen es menor que la cantidad
de trigo que necesitan consumir para poder
llevar a cabo esa producción. Ni se les pasaba
por la cabeza que ese modo de medir el
excedente presuponía la comunidad política,
la distribución de la propiedad, vigente
en la Francia de finales del XVIII.
Este enfoque materialista de la pro d u cción
chocó con procesos de creación de riqueza




























































que muy poco tenían que ver con los
p rocesos vitales de los animales o las plantas.
Éste sería el caso de la producción art e s a n a l
donde se modifican artificialmente substancias
inermes. Un molinero, por ejemplo, se
limita a moler el grano y convertirlo en harina,
sin que en esa transformación interv e nga
ningún proceso vital. Ante fenómenos de
este tipo, llevados de su arraigado pre j u i c i o,




























































s o s t u v i e ron los antiguos, y con ellos los fisiócratas,
que en el caso de la artesanía no había
verdadera producción, ya que no había
excedente, o multiplicación vital de la substancias,
como pensaban que ocurría en la
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agricultura. Esto no dejaba de constituir un
p roblema, pues resultaba patente que los artesanos
re p resentaban una verdadera ventaja
para la comunidad, que de algún modo
necesitaba ser compensada. La solución fue
establecer que los artesanos eran impro d u ctivos




























































aunque necesarios y por eso tenían derecho
a consumir una parte del único excedente
verd a d e ro, el que se genera en la agricultura
y la ganadería. Pero, ¿cuál era el origen
de ese dere c h o ?
De todas maneras, el fenómeno que constituyó
un verd a d e ro reto a la visión materialista




























































de la producción no lo constituyó la
aparición del artesanado, sino el comerc i o .
Los comerciantes no realizan una modificación
artificial de una substancia inerme, como
en el caso de los artesanos, sino que todo
se reduce a un intercambio. ¿Cómo es posible
que comprando una cosa en un sitio, y
vendiéndola en otro, el comerciante obtuviese
un excedente? Desde una visión materialista
de la producción, la única posible explicación
del excedente generado por el com
e rcio sería mediante una extraña e incre íble
alquimia en la que a partir de una inicial
cantidad de oro, que se transmuta durante




























































un tiempo en mercancía, vuelve luego a
transmutarse en una cantidad de oro mayor
que la inicial. Ahora bien, si el excedente sólo
puede surgir de lo biológico, de ningún
modo puede surgir una substancia inerm e
como el oro. El resultado de este modo de




























































pensar fue que durante siglos el comercio no
sólo fuese mal entendido, sino considerado
una actividad sospechosa, algo que no se sabía
explicar, y se suponía encerraba una cierta
torpeza. Tendría que pasar mucho tiempo
hasta que se descubriese que el comercio ponía
de manifiesto que la riqueza no pro v i e n e
p ropiamente de la materialidad de las cosas,
sino del modo en que esas cosas se insert a n
en el entramado de las relaciones humanas
que constituyen una comunidad política.
Si la producción se considera algo simplemente
biológico, fuera de ese ámbito pre p olítico
no podía darse ningún tipo de excedente.




























































El intercambio que se realiza en el seno
de las comunidades políticas fuese considerado




























































como una operación impro d u c t i v a ,
en la que no hay excedente, sino estricta
igualdad objetiva. De este modo la materialidad
de la cosa intercambiada se convert i r í a
en la fuente de esa supuesta igualdad objetiva,
y el intercambio quedaría desconectado
de las condiciones de la comunidad en que
se realiza, y por tanto de los sujetos que lo llevan
a cabo. Esta negación de la ventaja del int
e rcambio dejaba planteado el problema su
existencia. El dinero era por tanto algo estéril.
Actitud responsable de que durante mucho
tiempo la producción y el interc a m b i o ,
la empresa y el mercado, fuesen consideradas
realidades separadas, e incluso opuestas.
El dinero en cuanto expresión de la utilidad
común está presente en todos los intercambios
y por tanto en todo proceso de
p roducción, aunque sólo se haga visible,




























































mediante símbolos como el oro o la plata,
en aquellos procesos de intercambio que requieren




























































transcurso de tiempo entre la compra
y venta. Por eso el dinero se hace necesariamente
visible con el comercio, que




























































req u i e re comprar en un sitio, transport a r, y
vender en otro sitio. El dinero en cuanto
símbolo se convierte entonces en instrumento
imprescindible para saber si ese comercio
es efectivamente ventajoso, o no, para
la comunidad.

El individualismo y la visión socialista
de la producción

A fines del siglo XVIII se puso especial
énfasis en que la vida humana, en su versión
biológica más básica, como la fuerz a
del cuerpo, era la fuente de la riqueza. Todo
lo que había que hacer era dividir el trabajo




























































de tal manera que se sacase el máximo
rendimiento a su uso. La sociedad debía
ser diseñada para aprovechar esa substancia
básica que es la labor o fuerza que surge
de los cuerpos humanos. Cada hombre




























































por sí mismo en cuanto fuente de labor era causa de riqueza. Del mismo modo que la agricultura trata de sacar el máximo re n d imiento
a la fecundidad de la tierra, la industria trata de sacar el máximo re n d imiento a la fuerza de la labor. No obstante se daba un paso importante al re c o n o c e r
que el modo de organizar la sociedad,la di- visión del trabajo era importante para la p roducción. En cualquier caso se mantenía la idea de que el valor se genera en el cuerpo,
fuera de la sociedad, y que la sociedadsólo hace aprovecharse de ese valor. Por ejemplo, el comercio seguía siendo considerado impro d u c t i v o .
La producción, fuese la agricultura o la industria, consistía en un proceso de naturaleza técnica, regulado por leyes científicas
y objetivas, que nada tenían que ver con la
política y la moral. Se desarrolla en una instancia
prepolítica, ya sea la fecundidad de
los campos, o la productividad mecánica de
la división de la labor. El valor de las cosas
no tiene nada que ver con la estructura de
relaciones de la sociedad, sino de un proceso
natural y determinista, ya sea biológico,
como en el caso de la agricultura, o mecánico,
como en el caso de la industria.
La idea de que la división del trabajo, el
modo de organizar la sociedad con vistas a




























































la producción, es importante para multiplicar
los efectos de la labor, única fuente de
valor y riqueza, plantea el problema del capital
y su función. La división de la labor, el
modo social de organizar la labor, da lugar
a un artefacto, el capital, el cual es decisivo
a la hora de multiplicar la riqueza, el fruto
de la labor. Si se considera que la labor es la
fuente no sólo del valor, sino de la propiedad,
resulta evidente que el capital debe ser
propiedad de la sociedad, de la masa de los
obreros de los que fluye la labor.
Así como en el “antiguo régimen” la propiedad
de la tierra había sido el título de acceso
al poder político, en la nueva sociedad
la propiedad de la labor, la condición de
o b re ro, debía ser el nuevo título para detentar
el poder político. El Estado en lugar
de defender el privilegio de la pro p i e d a d




























































de la tierra, como había sucedido en el “antiguo
régimen”, debía dirigir sus esfuerzos a
garantizar el acceso de todos al progreso y
al bienestar social.

¿Puede producir riqueza un bloqueo naval?

El bloqueo comercial impuesto por Napoleón
a Gran Bretaña en los primeros años
del siglo XIX, permitió descubrir que puede
haber creación de riqueza sin tener nada
que ver con la cantidad de labor empleada.
La imposibilidad de importar trigo hizo que
p ronto empezase a escasear. Lo elevado de
su precio llevó a que muchos propietarios se
animasen a poner en cultivo tierras menos
f é rtiles, o más alejadas de los núcleos de población,
que hasta entonces no compensaba
c u l t i v a r. En tales circunstancias se pro d u j o
una notable subida de los ingresos de los terratenientes,




























































también de los dueños de las
p a rcelas que desde siempre habían sido cultivadas,
donde los costes de producción seguían
siendo los mismos. Se llegó a la conclusión
de que en la renta de la tierra había
una componente que nada tenía que ver
con el empleo de la labor, sino con el efecto
d i f e rencial de cada parcela, de su fert i l i d a d ,
o de su cercanía a las vías de comunicación.
Algo que resultaba afectado por cambios en
la situación de la sociedad, como por ejemplo
el bloqueo naval de Napoleón.
El bloqueo naval no sólo había aumentado
la renta de la tierra, favoreciendo a la antigua
clase social de los terratenientes, sino
que el mayor precio del trigo había obligado
a los empresarios a pagar salarios más elevados,
con lo que se habían reducido sus ganancias.
Parecía evidente que la labor no era




























































la fuente de la riqueza, sino que dependía de
las condiciones generales de la sociedad.
Al acabar la guerra, los terratenientes log
r a ron que el parlamento impidiera la importación
de trigo, otro modo de mantener
el bloqueo. Una prueba más de que la producción
o generación de riqueza se mueve
en plano de lo político, y que no es una pura
cuestión técnica y moralmente neutral.
Consecuencia del bloqueo y del mayor
precio de la mano de obra muchos empresarios
se dieron cuenta de la ventaja de int
roducir maquinaria como modo de pre scindir
de obre ros. Una medida puramente
técnica, destinada a mejorar la eficiencia en
el uso de la labor, pero en realidad una medida




























































política que afectaba a la demanda de
labor. Bajo ningún concepto la producción
podía ser considerada un proceso de naturaleza
técnica, algo neutral y prepolítico.
Esta misma explicación de las ventajas de
Revista Valores en la Sociedad Industrial 27
las máquinas pone de manifiesto que la causa
de que la “división de la labor” genere riqueza
no está en ella misma, sino en la ventaja diferencial que supone.

El primero que se decida
a introducir maquinaria tendrá una ventaja
comparativa transitoria, una singularidad
temporal que le dará un aumento también
temporal de beneficios, que por imitación de
los otros fabricantes acabará por ser eliminado.
De tal modo que es la singularidad o el
efecto diferencial en el modo de hacer el que
en último término es el causante de la riqueza.
Algo que sólo es posible con re f e rencia a
las circunstancias de una sociedad.
La generación de riqueza tenía que ver
con la creación de algún tipo de ventaja diferencial,
ya sea permanente y no imitables,




























































como la fertilidad o ubicación, o transitoria
e imitable, como la maquinaria.
Después de la guerra y restablecido el com
e rcio internacional, se descubrió que éste
genera una riqueza que tampoco tiene que
ver con la labor. Suponiendo el caso de dos
países, Inglaterra y Portugal, que pro d u j e s e n
sólo dos mercancías, por ejemplo tejidos y vino,
se trató de establecer las razones del int
e rcambio entre esos países. Se supuso que
en el caso de Inglaterra producir ambas mercancías
re p resentaría un coste de 3 y 6 unidades
de labor, respectivamente, mientras que
en el caso de Portugal re p resentaría un coste
de 4 y 8 unidades de labor, re s p e c t i v a m e n t e .




























































Si la única fuente de riqueza fuese la labor,
no habría posibilidad de comercio ya que Ing
l a t e rra produciría ambos bienes con menos
l a b o r. Sin embargo, ahora se descubría que
el intercambio era ventajoso para ambos países,
si cada uno se especializase en el pro d u cto
cuya ventaja relativa fuese mayor: es decir,
I n g l a t e rra en la producción de tejidos, y Portugal
en la producción de vinos. El comerc i o
p e rmitía a ambos países producir mayor riqueza
que si permeneciesen aislados. La
c reación de riqueza surge del interc a m b i o ,
de la división internacional del trabajo.

Hacer lo mismo pero de modo diferente

Al matemático francés G. F. Prony2 se le




























































ocurrió que la división de la labor podía ser
un buen procedimiento para liberarse de la
tediosa tarea de construir tablas de logaritmos.
De este modo se aplicaba la división
de la labor a algo que no era una mercancía.
A nadie se le ocurre pensar que lo valioso
de un logaritmo es la labor que lleva incorporada.
Con ese fin Prony descompuso
el proceso de cálculo de logaritmos en una
secuencia de operaciones algebraicas lo
más sencillas posibles, es decir, en una sucesión
de sumas y restas. De tal modo que cada
una de esas operaciones pudiesen ser
realizadas por gentes que sólo supiesen sumar
y restar. De este modo Prony diseñó un
método de división de tareas a un proceso
que en sí mismo no re q u i e re labor, sino
simples operaciones mentales. Un pro c e s o
que por ser de naturaleza lógica puede separarse




























































totalmente de la ejecución humana.
De hecho, hoy día, una calculadora de bolsillo
calcula logaritmos a un coste despreciable
y con una velocidad casi instantánea, sin
que el hombre tenga que intervenir para
nada. Se trataba del primer caso de una división
de labor, sin labor, y que, no obstante,
genera riqueza.
La experiencia de Prony revela todos los
elementos de la producción económica. Se
trata de una tarea que puede ser re a l i z a d a
de muchas maneras y admite por tanto una
gran variedad de diseños. Diseños que se
eligen en función de la intención del agente
y de los recursos de que disponga en cada
momento. En el caso de Prony, este hizo
su diseño en función de contar con personas
que sólo sabían sumar y re s t a r, o que
podían aprender fácilmente, y le re s u l t a b a
ventajoso pagar a esas personas en lugar de
realizar él mismo esa tarea.




























































El experimento de Prony puso de manifiesto
que la ventaja de la “división de la labor”
en realidad nada tenía que ver con el
uso de la labor, sino con el modo de hacer
las cosas del modo más adecuado a las cambiantes
situaciones de la comunidad política.
Tampoco tiene nada que ver con el número
de logaritmos producidos por unidad
de labor. De hecho es muy posible que un
buen matemático sea capaz de calcular logaritmos
de modo mucho más rápido y con
mucha mayor seguridad que en un gru p o
de medios analfabetos a los que se organiza
para llevar a cabo esa tarea, que en realidad
no saben cómo hacerla. Si en este caso se
recurriese por ejemplo a una medida absoluta
de coste, como podría ser el consumo
de grano por individuo, resultaría que el




























































consumo de un solo matemático es considerablemente
inferior al de un conjunto de
las 40 o 60 personas que haría falta en el
otro caso. Es decir, no existe criterio absoluto
para medir la ventaja que reporta seguir
un método u otro, todo depende de las
conveniencias personales y de sus circ u n stancias.
En conclusión, la experiencia de
Prony revelaba que la producción económica
era sobre todo un modo local y temporal
de organización social.
Cuando Babbage3 tuvo noticias de la experiencia
llevada a cabo por Prony se dio
cuenta de que efectivamente la ventaja de la
división de la labor no residía en el modo de
usar la labor, que en este caso no se necesitaba,
sino en sustituir una habilidad tan escasa
como es la de un matemático bien entre n ado,
por una habilidad tan común como sabersumar y re s t a r.




























































En otras palabras, que la
“división de la labor” crea riqueza no porque
aumente la cantidad de producto por
unidad de labor empleada, como había sostenido
Smith, sino por el ahorro que re p resenta
sustituir mano de obra cara por mano
de obra barata. En el caso de la fábrica de alf
i l e res de Smith la ventaja provenía de sustituir
un buen artesano, que domina todas y
cada una de las fases del proceso, por gentes
sin mucho entrenamiento que sólo sabe hacer
una de ellas.
Al introducir esta distinción entre mano
de obra cara y mano de obra barata, Babbage
daba por superado el concepto de labor
como substancia única, homogénea e inmutable.
No obstante, sostuvo que la pro d u cción
era un proceso mecánico consistente
en la reducción de costes: entendidos estos




























































como algo objetivo. En otras palabras, todo
se reducía a un aumento continuado de la
eficiencia de un proceso que para Babbage
era único y objetivo. De este modo la máquina,
y su aumento continuado de re n d imiento,
quedaba constituida en la fuente
única de riqueza4.
Llegaría un momento en que según este
planteamiento las máquinas perm i t i r í a n
una reducción tan notable del coste unitario
que un solo fabricante podría hacer
frente a toda la demanda del mercado. Incluso
algunos llegaron a hablar de un mundo
utópico en el que gracias a máquinas cada
vez más automatizadas la producción sería
un proceso totalmente automatizado
que se llevaría a cabo sin la interv e n c i ó n
del hombre. Durante mucho tiempo la reducción
de costes sería entendida como un




























































proceso físico objetivo, algo parecido al diseño
de trayectorias de mínima energía.
Un grave inconveniente de este modo
tan mecanicista de entender la producción
es que la continua reducción de costes unitarios
objetivos, exige el diseño de máquinas
cada vez más grandes y específicas, con
lo que sólo compensaría incurrir en sus elevados
costes de fabricación, si los volúmenes
de producción fuesen enormes. Una inversión
que sólo se llevará a cabo si queda
un fabricante en el mercado de ese producto.
Se llega así a una conclusión opuesta a la
de Smith. Éste había dicho que el “pre c i o
natural”, el coste mínimo, se lograría cuando
en el mercado de cada producto hubiese
una multitud de pequeñas empresas fabricando
el mismo producto. Una situación




























































que sólo se alcanzaría una vez eliminados
todos los privilegios y monopolios de forma
que impidiesen entrar y salir libremente de
los mercados. Ahora, según el planteamiento
de la producción defendido por Babbage,
el “precio natural” se lograría cuando
en el mercado existiese una sola empre s a
que tuviese el monopolio del producto. Los
aparentes seguidores de las teorías liberales
de Smith venían a dar la razón a los revolucionarios
que habían sostenido que el progreso
y bienestar de la sociedad exigía la eliminación
de la propiedad privada de los
medios de producción.

¿Cabe un gobierno de la producción?

Si la producción se considera un pro c eso
natural o técnico, sometido a la necesidad,
y con solución única, basta con algo
Revista Valores en la Sociedad Industrial 29
tan simple como el gobierno despótico.
El gobierno despótico supone un pro c e s o
p e rfectamente establecido. Basta con seguir
unas pocas instrucciones sencillas y unívocas.
Por ejemplo, en el caso de clavar un clavo
con un martillo, los movimientos que deben
hacer la mano y el martillo se ajustan
plenamente a las condiciones del gobierno
despótico. Es el adecuado a aquellas situaciones
en las que existe una patente desigualdad
entre quien ordena y quien ejecuta, de
tal modo que este último debe ser considerado
instrumento del primero. En sentido estricto
el gobierno despótico es el que se ejerce
sobre un instrumento inerme, por ejemplo
el que ejerce la mano sobre le martillo, o
el timonel sobre el barco. En un sentido más
amplio, pero menos propio, se puede considerar
el que se ejerce sobre animales, que
aunque no son instrumentos inermes, en
cuanto no son dueños de su acción, se les
puede obligar a que ejecuten una determ inada
operación aunque para ellos haya que
superar una cierta resistencia.




























































Por ejemplo, quien dirige una yunta de bueyes, ejerce un
c i e rto tipo de gobierno despótico. Por último,
y en un sentido claramente impropio, se
puede también llamar gobierno despótico el
que se ejerce sobre niños y esclavos, que se
supone que por algún motivo no son de hecho
o de derecho dueños de su acción.
Lo característico del gobierno despótico
es la ausencia de discurso o palabra, de tal
modo que se realiza en el silencio pro p i o
del ámbito de lo prepolítico. Una ausencia
de discurso que es consecuencia de que el
diseño se supone perfectamente establecido,
de tal modo que sólo se puede realizar
de una manera, y basta con que ejecute lo
que se le ordena. En el caso del instrumento
inerme, esa orden se realiza a través de la
mano, símbolo de poder. En el caso de instrumento
animado, como los animales, hay




























































que vencer una cierta resistencia mediante
el recurso al premio y al castigo, “al palo y
la zanahoria”.
El gobierno despótico se verifica de manera
paradigmática en la máquina, que sólo
puede ejecutar lo que está establecido por
su diseño. Para ponerla en marcha basta
con apretar un botón o accionar un resorte.
En el caso de los animales se hace también
necesario mantener una continua vigilancia
sobre el modo de ejecutar para que lo realice
según lo diseñado.
El gobierno despótico no es adecuado
para los hombres5, ya que la acción humana
requiere apertura a la mejora, supone novedad
en el modo de hacer. Por eso cuando se
aplica a los hombres, como sucede en el caso
de los niños, debe poco a poco transformarse,
mediante el aprendizaje, en gobierno




























































político, que re q u i e re plenitud del uso
de la razón, o dominio sobre la propia acción.
Con los niños, en la medida que crecen
es bueno ir empleando con ellos la palabra
y el discurso, para enseñarles de ese
modo la forma de gobernarse a sí mismos.
Incluso cuando se aplica a los animales, que
tienen una capacidad muy limitada de
a p rendizaje positivo, hay que enseñarles a
adaptarse a lo que el hombre quiere que
hagan. En el caso de su aplicación a homb
res adultos, como es el caso de los esclavos,
en realidad no se trata estrictamente de
g o b i e rno despótico, sino de una deform ación
del gobierno político.
En el mundo antiguo donde la pro d u cción
se consideraba un proceso biológico y
prepolítico, los esclavos, que eran los encargados
de llevarla a cabo, estaban sometidos




























































a una especie de gobierno despótico. Se les
consideraba instrumentos en manos de sus
amos. Se daba por supuesto que lo único
que tenían que hacer era ejecutar las ordenes
de sus dueños. Desde ese punto de vista
consideraban que no había mucha diferencia
entre ungir a la noria un asno, o un esclavo.
La ventaja del esclavo respecto del asno
es que entiende mejor lo que se quiere
que haga, pero tiene el inconveniente de
que, por eso mismo, puede oponerse o modificar
la voluntad del amo, y realizar la tarea
de otra manera. Por eso, cuando lo que
se desea es llevar a cabo un verd a d e ro gobierno
despótico es mejor un asno que un
esclavo, y todavía mejor una máquina. El
g o b i e rno despótico sólo es adecuado para




























































aquellas operaciones en las que no cabe
a p rendizaje, y sólo se pueden hacer de un
único modo, y en forma muy repetitiva.
Si la producción se entiende como un
p roceso mecánico, tan natural y pre p o l í t i c o
como los procesos biológicos, la función
del obre ro en el proceso de la “división de
la labor” debe limitarse a ejecutar una misma
y muy simple operación en forma re p etitiva,
con el mayor ritmo posible. Esto explica
que muy pronto, el ideal de la “división
de la labor” fuese la máquina, que re aliza
esas operaciones mucho más rápido, de
f o rma infatigable, sin erro res, y sin posibilidad
de insubordinación. Si se confunde la
p roducción con la ejecución, tal como sucedió
desde Smith hasta Babbage, el ideal
de la producción sería sustituir al obre ropor máquinas.
La producción queda entonces re d u c i d a
a la fabricación, y el ideal de una empre s a
sería un entramado de máquinas, que coordinadas
por cadenas de transmisión, actuase
como un solo y gigantesco mecanismo.
Se pondría en marcha sin más que apre t a r
un botón, o accionar una palanca, y pro d uciría
sin mayores problemas la mayor cantidad
de mercancías con el mínimo de energía.
En tal caso, para dirigir una empre s a
bastaría con el gobierno despótico, ya que
en el fondo se trataría de un conjunto de
piezas y engranajes que se mueven de modo
necesario e inevitable, de acuerdo con
un diseño establecido de forma previa e
i n a l t e r a b l e .
Smith manifestó su preocupación de que
la “división de la labor” llevase al embrutecimiento
y degradación moral del obrero.




























































Con la extensión de la “división de la labor”
aumentarían las riquezas y el bienestar de la
sociedad, pero cada vez sería mayor el número
de gentes embrutecidas por el simple
ejecutar rutinario de la labor, que llevaría a
los obreros a comportarse de modo parecido
al de las abejas en la colmena. Una obs
e rvación en la que Smith venía a re c o n ocer
que el hombre no está hecho para la
simple ejecución, ni debe por tanto ser sometido
al gobierno despótico.
Para que el hombre se perfeccione y progrese
es imprescindible que se enfrente con
problemas que pongan a prueba sus potencias
superiores: la inteligencia y la voluntad.
Sólo mediante ese continuado ejercicio de
superar dificultades puede desarrollar un
carácter y aprender unas habilidades que le




























































facilitan una vida propiamente humana. Si
los hombres sólo tuviesen que enfre n t a r s e
con instrumentos que se sometiesen sin resistencia
a su poder, no podrían desarrollar
su ingenio y su carácter, con lo que quedarían
estancados, o lo que es peor, embrutecidos.
El mismo Smith llegaría a reconocer
que es mejor tener que manejar un animal,
que presenta una cierta resistencia, como
por ejemplo conducir a un asno por un camino
difícil, que manejar un instru m e n t o
que no presta ninguna resistencia.
El artesano adquiere su maestría en la
medida en que se ve obligado a superar la
resistencia de la materia al tipo de form a
que le quiere imponer. El domador al mismo
tiempo que tiene que superar la re s i stencia
del animal a seguir la conducta que
se le quiere imponer, adquiere el arte de la
doma. Pero lo que verdaderamente ejercita
las capacidades más altas del hombre no es
el ejercicio del gobierno despótico, sino la




























































convivencia con los otros hombres, cuando
tiene que aprender a coexistir y trabajar
con otros, cuando tiene que convencer con
la palabra, y ser convencido por otros. Como
sostenía la filosofía política clásica, el
hombre sólo es libre entre sus iguales. Si se
le mantiene siempre entre animales, y no
digamos entre máquinas, el hombre se conv
i e rte en un esclavo, un ser embru t e c i d o ,
que casi olvida el uso de la palabra, y embota
su capacidad de apertura a los demás.
Todo lo dicho anteriormente es una
prueba más de que la concepción materialista
de la producción, impone una visión
deformada y reducida del pleno sentido del
trabajo humano.
No obstante, Smith, que en este aspecto
seguía pensando como un hombre de la antigüedad,




























































consideraba que la “división de la
labor” podía ser llevada adelante sin especial
problema, y que bastaba con la vigilancia
de un obrero de confianza que se encargarse
de mantener la disciplina y el buen
orden dentro del taller. Si cada obrero sabía
lo que tenía que hacer, bastaba con que alguien
le controlara y le obligara a ajustarse
al ritmo y la cadencia establecida. Una propuesta
de llevar adelante la producción que
Revista Valores en la Sociedad Industrial 31
se ajusta al modo tradicional de llevar adelante
la agricultura servil o esclavista, donde
un esclavo o siervo de confianza vigilaba a
todos los demás. Pero en realidad se trataba
de algo muy distinto ya que la “división de
la labor” implica, desde el punto de vista
del obrero, una separación cada vez mayor
entre el diseño y la ejecución. Cosa que desde
luego no sucedía en la agricultura tradicional,
donde a pesar de todo el esclavo




























































mantenía alguna capacidad de diseño de su
propia acción.
Smith no llegaría a ser consciente de las
enormes dificultades psicológicas y sociales
que supondría aplicar ese modo de entender
la producción. Algo que llegaría a constituir
uno de los problemas más graves con
los que tuvo que enfrentarse la sociedad europea
del siglo XIX7. Dificultades que surgían
en último término de la visión materialista
de la producción, y que llevaron a imponer
un tipo de gobierno como el despótico,
impropio del hombre, y que envilece
tanto o más al que lo ejerce, como al que lo
padece.
Mientras los hábitos productivos de la
agricultura consisten en llevar adelante tareas




























































que van cambiando con cada una de
las épocas del año, y que se realizan al ritmo
pausado de los procesos biológicos, la división
mecánica de la labor que se lleva adelante
en los talleres es siempre la misma,
p e rfectamente prevista, y realizada de forma
repetitiva, a un fuerte ritmo. Esto hizo
que el paso de la agricultura a la industria
re p resentase para algunos de los primero s
o b re ros industriales un trance insufrible.
Además, en los primeros mercados de trabajo,
todo el conjunto de prejuicios que hemos
expuesto hizo que en muchos casos se
impusieran condiciones laborales excesivamente
duras e insanas. Con lo que la situación
de los obreros en los primeros momentos
de la industrialización fue en algunos aspectos
peor que la de los esclavos o siervos,
pues aunque estos últimos eran instrumentos
de sus dueños, por ser de su propiedad,




























































no eran forzados de esa manera, ya que no
les convenía que se debilitasen o enfermasen,
y tampoco los empleaban como medio
de enriquecimiento.
Cuando se intenta que el trabajo humano
quede reducido a labor, a ejecución repetitiva
de un movimiento muy simple, el
o b re ro se aburre o se cansa, y con facilidad
tiende a abandonar esa tarea, o a re a l i z a r l a
sin atención e interés. Un cansancio y aburrimiento
que no proviene sólo de su cuerpo,
sino principalmente de su espíritu que
se embota y resiste ante la pura ejecución.
Es cierto que en todo trabajo humano hay
una inevitable componente de ejecución,
p e ro tiene que estar siempre compensado
con las otras componentes como son la intención
y el diseño, de tal modo que haya
una posibilidad de crecimiento personal,




























































de iniciativa y de dominio sobre la pro p i a
a c c i ó n .




























































No es el hombre el que tiene que adaptarse
a la máquina, sino al revés. El que trabaja
en un proyecto común de producción,
tiene que disponer de la posibilidad de
a p o rtar algo propio, debe tener una ciert a
libertad para diseñar el modo de ejecutar, o
al menos un modo de expresar libremente
su voluntad de cooperar en el proyecto, que
es otra manera de participar en su diseño.
En este sentido ningún hombre puede estar
sometido a un gobierno despótico, ya que
s i e m p re es copropietario de la empresa a
través de su voluntad y sus conocimientos.
La misma teoría de la propiedad esbozada
por Smith, fundada en la pura corporalidad
de una labor realizada en soledad y aislamiento,
explica en gran parte las graves dificultades
teóricas y prácticas que surg i e ron




























































en los primeros talleres organizados según
el esquema de la “división de la labor”.
Cuando en el seno de un taller se asignan
tareas a personas no se actúa exclusivamente
de acuerdo con la razón técnica, sino
principalmente de acuerdo con la razón
política. Asignar a un obre ro una tarea no
sólo consiste en situar una fuente de movimiento
en una cadena de causas mecánicas,
sino que sobre todo consiste en integrar la
acción de una persona en la totalidad de la
acción productiva que se quiere llevar adelante,
lo cual es un proceso que desbord a
ampliamente el simple movimiento mecánico.
El error de entender la producción como
simple “división de la labor” consiste en
dar por supuesto que es posible aislar la
asignación técnica de un puesto de trabajo




























































del sistema lingüístico y psicológico de significados
que constituye las relaciones sociales.
En otras palabras, mientras en la máquina
el diseño y la ejecución son la misma cosa,
en el obrero la ejecución de un modo u
otro requiere participar de un diseño con el
que tiene intención de colaborar.
A partir de la teoría de la producción de
Adam Smith, y hasta principios del siglo
XX, se desarrollaría una gran batalla en los
talleres por aplicar el modelo teórico de la
“división de la labor”. Al principio todo el
esfuerzo de los directivos -en realidad capataces
de confianza que controlaban el orden
de los talleres- fue lograr una clase
o b rera disciplinada sometida a las exigencias
de los movimientos secuenciales y mecánicos
de las máquinas. En lo que sigue se




























































exponen algunas de estas primeras visiones
de cómo se podría facilitar la imposición de
la “división de la labor”, que ponen de manifiesto
todos los malentendidos y pre j u icios
que hubo que superar hasta que llegase
el momento de desarrollar una verd a d e r a
teoría de la producción económica, más
ajustada a un sentido más pleno del trabajo
humano.





























































La filosofía utilitarista que está detrás de
la reducción de la producción a división de
la labor entiende que el hombre se mueve
por dos poderosas fuerzas: el ansia de placer
y el miedo al dolor. Una filosofía patente en
el modo en que Smith y todos sus seguidore s
entienden el sentido del trabajo. En cuanto
lo reducen a labor, a puro esfuerzo corporal,
lo consideran un castigo, una actividad propia




























































del bruto, una maldición o una pena de
la que conviene huir. Esa misma perc e p c i ó n
negativa del trabajo les lleva a constituir la labor
en medida del valor y de la riqueza, en
cuanto expresión objetiva de lo penoso, del
coste que hay que pagar para satisfacer las
p ropias necesidades. El valor de las cosas remite
a las penas y sufrimientos del que las
p roduce. Este pesimismo antropológico les
impide ver que junto al dolor y el sufrimiento
el trabajo también conlleva la posibilidad
de crecimiento de las capacidades más nobles
de la vida humana. Por eso desde la
perspectiva utilitarista el hombre rico es
aquel que no tiene que trabajar, es decir, que
puede disponer de la labor ajena, del puro
e s f u e rzo físico de otros. Reducido a simple
l a b o r, el trabajo no enriquece al hombre, sino
que lo embru t e c e .
Siguiendo esa especie de fatalismo estoicista




























































que subyace en el utilitarismo, consideraba
Bentham8 que la “división de la labor”,
no sólo debía ser considerada como instrumento
de enriquecimiento de la sociedad,
sino que precisamente por su dura disciplina
podía constituir un medio excelente para
socializar a los pobres. Es decir, para inculcarles
unos hábitos de conducta que al
mismo tiempo que ponían su labor al servicio
del bienestar de la sociedad, los convirtiera
en gentes lo más felices posible, dent
ro de su desgraciada e inevitable condición.
La conjunción del miedo de los pobres
al hambre y a la miseria, siempre sometidos
a la amenaza del mecanismo re g u l ador
de la “ley de la población”, junto al insaciable
deseo de riqueza de los ricos, constituían
para Bentham los dos vectores de
empuje cuya resultante impulsaría el avance
de la sociedad a un continuado y gradual




























































aumento del bienestar.





























































Para vencer la resistencia de los pobres a
las duras exigencias de la división de labor,
p ropuso Bentham la utilización generalizadas
de un modelo de factoría, conocido
desde entonces como “panóptico”, diseñado
de tal manera que fuese más sencillo lograr
la adaptación de los pobres más díscolos
y perezosos a las exigencias de la moderna
producción basada en la “división de la
labor”. Se trataba de un establecimiento, en
parte factoría, y en parte prisión, diseñado
por su hermano Samuel, cuando trabajando
en Rusia como ingeniero naval al servicio
de Catalina la Grande, se le ocurrió que
ese diseño sería un buen modo de lograr
que los díscolos obreros rusos aprendieran
a ejecutar las tareas productivas de modo




























































regular y metódico.
Se trataba de un edificio construido en
forma de estrella, con muchas puntas o esquinas,
de tal forma que los obreros estuviesen
aislados e incomunicados, y pasasen la
j o rnada de trabajo en soledad, llevando
una simple tarea. Pero, sin dejar
por eso de estar permanentemente vigilados
por un guardián invisible, que emplazado
en el centro del edificio, de un solo vistazo,
pudiese ver a todos los obreros, sin que
estos pudiesen verle. Una vigilancia que debía
ser llevada a cabo en interés del prisionero
y en el grado máximo de atención. La
finalidad de este diseño era imponer un tipo
de racionalidad a las conductas de los
o b re ros, unas pautas de comport a m i e n t o ,
orientadas al logro de la máxima cantidad
de producto por obrero y jornada.
El mismo diseño del “panóptico” confirma




























































la idea de que para Bentham, como para
mucha gentes de su tiempo, la “división
de la labor” no era más que un puro mecanismo,
donde los obre ros deben desempeñar
funciones muy próximas al de piezas
que forman parte de un engranaje. La idea
de aislar e incomunicar a los obre ros en sus
puestos de trabajo, pone de manifiesto que
la labor y la producción se entiende como
algo prepolítico, como una pura ejecución
cuasi fisiológica que no re q u i e re de la palabra
y la relación mutua. Los obre ros, como
piezas de un mecanismo, están unos junto a
o t ros, y actúan de forma coordinada, pero
ni se comunican, ni comparten un mismo
p royecto. La misma idea de un vigilante
central e invisible, el único que lo ve todo, y
capta la racionalidad total del proceso,




























































expresa muy bien la idea de que todo el proceso
de la “división de la labor” es un instrumento en




























































manos de ese agente impersonal
y sin ro s t ro, que gobierna de forma despótica.





























































La factoría viene a ser como un gigantesco




























































organismo donde toda su fisiología
está perfectamente establecida y determinada
hasta sus más mínimos detalles, y
donde sólo cabe la más estricta ejecución
de lo que ha sido previamente diseñado.
Una imagen deformada y terrorífica de lo
que Bentham entendía por algo parecido a
la providencia. Sólo el terror de sentirse bajo
la amenaza del “ojo omnisciente” llevaría
a la conducta adecuada a la voluntad del
déspota sin ro s t ro .
No podía dejar de plantearse en el “panóptico”
el insoluble problema de todo utilitarismo:
¿quién vigila al vigilante?. La solución
de Bentham, para que el vigilante no
se desviase de la misión de educar a los
obreros, y lograr el máximo excedente productivo,
es que debía llevar adelante su tarea




























































mediante un contrato que le diese participación
en las ganancias. De este modo,
guiado por la búsqueda de su propio interés,
quedaría garantizada una buena administración.
El vigilante del “panóptico” se
c o n v i e rte así en el primitivo prototipo del
d i rectivo que lleva adelante la pro d u c c i ó n
con vistas a su propio beneficio. Pero en este
caso es además educador y maestro, una
especie de tirano benévolo, que dispone de
un poder tan absoluto como para determinar
las condiciones de trabajo de todos los
que allí trabajan. Un poder totalitario, un
ojo vigilante y amenazador, que impide no
sólo la realización del mal, sino su mera posibilidad.
La recomendación de Bentham era que
este sistema fuese extendido a factorías, manicomios,
hospitales, escuelas, etc. Sólo su
aplicación generalizada ayudaría a aumentar




























































la felicidad de todos. Sostenía que aunque
se les llamase soldados o máquinas, serían
felices. El proyecto del “panóptico” fracasó
por la simple razón de que no se corresponde
con el verd a d e ro sentido de la
producción económica y del trabajo. Ni tan
siquiera desde el punto de vista filantrópico
el “panóptico” es el mejor modo de educar
a los hombres en el trabajo.-


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ceEdic. española Comares 1995.
1 Para todos los conceptos relacionados con la
historia de la teoría económica ver Martínez-Echevarría,M. A. (1983)
2 Ver Murphy, J. B. (1993) pp 161-163
3 Charles Babbage (1792-1871). Estudió en Cambridge
University, donde fue profesor de Matemáticas.
Fundador de la Royal Astronomic Society. Fue el
primero en desarrollar las ideas de una secuencia
automáticamente controlada para realizar cálculos
digitales. Diseñó las tarjetas perforadas que durante
un tiempo fueron esenciales en el funcionamiento
de los computadores electrónico.
4 Para todos estos temas ver Babbage, Ch. (1830)

5 Ver Pérez López, J. A. (1991)
6 Ver el libro V, sección III, de “La riqueza de las
naciones”. Smith, A. (1776) pag 99 vol III de la Edic.
española de Alonso Ortiz.
7 Ver Urwick, L. y Brech, E. F. L (1970).
8 Ver Halévy, E. (1928).-









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viernes 12 de noviembre de 2010
Las 10 estrategias de manipulación mediática

Noam Chomsky

1. La estrategia de la distracción. El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de
continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. ”Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.


2. Crear problemas y después ofrecer soluciones. Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3. La estrategia de la gradualidad. Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las dé
cadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.


4. La estrategia de diferir. Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad. La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.


6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…

7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto.

9. Reforzar la autoculpabilidad. Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, ¡no hay revolución!
10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídas y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

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Publicado por ARGENPRESS en 07:07
Etiquetas: medios de comunicación, Noam Chomsky, Reflexiones






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El "modelo productivo" es un vientre de alquiler

































































Los bancos lograron mantener el invicto y, como viene siendo una constante de los últimos tiempos, cerraron 2010 liderando el ranking de sectores económicos con mayores ganancias". Es lo que revela La Nación (28/3), a partir de las informaciones de la Bolsa de Comercio. Nada mal para un ‘modelo productivo' y para un gobierno que remachaca su reivindicación de la ‘economía real', real, real. "Los bancos siguen siendo el sector estrella", se enorgulleció un ‘manager' de Banco Puente.
Los bancos, de todos modos, podrían cumplir un papel ‘productivo' si financiaran las inversiones que necesita la industria; en este caso, se apropiarían de una parte de la plusvalía que deriva de la producción capitalista. Pero uno de los factores más importantes que explica estas ganancias ha sido la valorización de los títulos públicos, donde los banqueros invirtieron la mayor parte de lo que han recaudado por distintos conceptos. Se trata de una ganancia netamente parasitaria, que resulta de la ‘inversión' en valores ficticios -ya que la deuda del Estado no es un capital ni tampoco la representación de un capital, que el Estado no posee. El patrimonio público es negativo; el valor de los títulos descuenta de los ingresos futuros del Estado.
El otro rubro que generó ganancias para los bancos fueron los "préstamos personales, prendarios y la financiación con tarjeta", o sea los que gravan, con deuda, los salarios y los ingresos futuros de los consumidores. Las tasas de interés de estos préstamos son francamente usurarias, más allá de los sobreprecios que carga la cadena comercial. Los bancos revenden estas carteras de préstamos en el mercado de capitales, lo cual acelera el giro de su capacidad prestable y sus beneficios. Como el salario no produce plusvalor (lo hace la fuerza de trabajo y lo acapara el capitalista), la deuda que contrae el consumidor opera como una confiscación de sus ingresos futuros. A diferencia de lo que ocurría en el pasado, cuando el ahorro de los trabajadores para gastos futuros formaba parte de la cuantía del salario, la deuda no es recuperada en la actualidad, porque el poder adquisitivo del salario disminuye, al menos de un modo general. El dinero de estos beneficios acaba engrosando las cuentas de los bancos o de sus accionistas en el exterior, para disponer de una variedad de posibilidades especulativas.
Los otros grandes ganadores han sido las empresas de alimentos, pero en especial aquellas que exportan y las que producen biocombustibles, que también son exportados. En este caso, el alimento es convertido en combustible, lo cual encarece los alimentos; además son subsidiados por el Estado, o sea que lo pagan los consumidores que deben pagar el IVA, el impuesto de mayor recaudación.
El ‘modelo productivo' es, entonces, una de las principales estafas ideológicas del kirchnerismo, cuya característica principal -que heredó del gobierno de Duhalde- ha sido rescatar el régimen de privatizaciones menemistas de la bancarrota de 2001, a fuerza de subsidios. El agotamiento de este recurso explica la reciente liberación de los precios de la nafta y la coincidencia con la oposición en la necesidad de aumentar "en forma gradual" las tarifas de servicios. Hay que advertir, sin embargo, que el aumento del precio de la nafta implica un aumento considerable de la recaudación del impuesto a los combustibles.
Mirado de conjunto, el régimen económico nacional es lo contrario de lo productivo, porque en lo esencial se trata de un sistema de armado de componentes que son producidos en el exterior. Hay un progresivo vaciamiento tecnológico relativo. La industria automotriz, la de mejor performance bajo los K, no tiene ningún diseño nacional y las partes internas no pasan del 20% del producto final. Algo similar ocurre en la agroindustria: Argentina pone la tierra y la fuerza de trabajo: los agroquímicos, los transgénicos, los tractores, cosechadoras, etc., son en su mayoría productos de importación, en tanto que los capitales aplicados al agro están formados por fideicomisos cuyo capital es reunido en los mercados financieros.
Este cuadro económico resume el colosal fracaso de la burguesía nativa y su gobierno nacionalista para industrializar al país.
J.O.

Fuente:
http://po.org.ar/articulo/po1170077/modelo-productivo-es-vientre-de-alquiler




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Cristinismo, peronismo, progresismo
Posted: 22 Mar 2011 09:21 AM PDT

El debate abierto entre sectores oficialistas sobre las características ideológicas del Gobierno parecen ir más allá de las definiciones del año electoral. Los argumentos de unos y otros.

Las elecciones de 2011 muestran un cambio o por lo menos una discusión en torno a conceptos que durante los últimos 15 años permanecían más o menos inalterables. Las palabras peronismo, populismo, progresismo, kirchnerismo y ahora cristinismo se entreveran en una discusión que tiene un sentido políticoelectoral, pero que quizás sea parte de modificaciones algo más profundas en el panorama de la política argentina.

Primero fue el sociólogo oficialista Artemio López, que decidió darle aire a una polémica que mantiene con sectores afines al kirchnerismo: salió a bombardear la noción de que el kirchnerismo no sería una forma de “peronismo”, sino de “progresismo”. El titular de la consultora Equis cuestionó con dureza la idea de que el actual oficialismo sea una “superación” del movimiento y la identidad política nacida con Juan Domingo Perón.

Blanco de sus fuertes críticas no fue un dirigente ni un teórico de la política, sino la periodista Sandra Russo, columnista del programa icónico oficialista “678”. “Pensamos que el kirchnerismo es una modalidad histórica concreta del populismo peronista (hay otras), y sus condiciones de aparición y desarrollo no se explican sin el populismo justicialista como fundamento”, explicó en su momento López.Las trifulcas de este tipo al interior del oficialismo pueden rastrearse hasta otro momento histórico, el año 2007, cuando Néstor Kirchner decidió dar pasos hacia la estructura del PJ para pasar a presidir el partido, al que había mantenido más o menos “congelado” desde un accidentado congreso de Parque Norte de 2004. Algunos sectores se mostraron entonces críticos de que Kirchner se recostara en el PJ y otros lo comprendieron como parte de una estrategia más abarcativa.

Como una primera conclusión muy preliminar: cuando dentro del oficialismo surgen disputas de este tenor es muy probable que se trate de momentos de bajos niveles de amenaza “externa” para la continuidad del proyecto político que hoy lidera la presidenta Cristina Kirchner. Desde la resolución 125, en 2008, hasta la muerte de Néstor Kirchner a ningún referente vinculado al kirchnerismo se le hubiera ocurrido plantear estas polémicas de tipo “teórico”.

Hubo en ese lapso más bien un abroquelamiento de sectores con indentidades diversas y, al menos, un norte común, dado por la defensa de las iniciativas del Gobierno Nacional. En los últimos días se conoció otro elemento que aporta al mismo debate. El secretario de Comunicación Pública, Juan Manuel Abal Medina, muy cercano a Néstor Kirchner durante sus últimos meses de vida, expresó que fue “en la batalla de la 125” cuando “nació el kirchnerismo”.

Se trató de una interpretación que no carece de sentido, si se tiene en cuenta que el
propio Kirchner afirmaba en público que la gestión de su esposa al frente del Ejecutivo había sido a su criterio mucho mejor que la que le tocó liderar a él. Dicho de otro modo, el gobierno de Kirchner, si bien expresó un rumbo político más que claro, no pudo mostrar la escalada de medidas de distinto tenor pero de gran relevancia que tienen su inicio en la 125, pero que continúan con la estatización de las AFJP, la Ley de Medios, la Asignación Universal por Hijo, el nombramiento de una economista heterodoxa al frente del Banco Central, el uso de reservas de la entidad monetaria para el pago de deuda pública y el matrimonio entre personas del mismo sexo.

A su vez, la oposición, ya en el terreno preelectoral de 2011 parece haber retomado
la polémica. Los sectores más hacia la “izquierda” del radicalismo, como el Gen, de
Margarita Stolbizer y dirigentes alineados con Ricardo Alfonsín, y también Pino Solanas y el cordobés Luis Juez han salido a machacar con la idea de que el kirchnerismo es un “falso progresismo”.

Quizás Artemio López y quienes abonan su tesis de que el kirchnerismo no es más que
un formato de populismo peronista se rían de esta definición por carecer de lógica. Para ellos, seguramente, no se puede tildar de “falso” algo que no pertenece a determinada clasificación. Se sumó a la batalla verbal ya en pleno rol de candidato el radical Ernesto Sanz, quien días atrás rechazó ser el postulante “del establishment” y acusó al Gobierno de tener un “comportamiento de derecha”.

Aquí, su argumentación completa: “Haber reemplazado al capitalismo de los ’90, que era muy malo, con este capitalismo de esta década al amparo de los beneficios y los privilegios del poder y de mucha corruptela, es un comportamiento de derecha”. Cuando consultaron al candidato radical sobre la buena opinión que tiene de él el número uno de Techint, Paolo Rocca, explicó: “Es porque tengo una visión de país en donde el modelo de generación de riqueza lo pongo en el mismo lugar del de distribución de riqueza”.

Volviendo a la polémica sobre categorías políticas podría destacarse también que, de cara a las próximas elecciones, parte de un sector que era identificado como “progresista” parece haber emprendido un viaje con destino no del todo cierto hacia un territorio un poco por fuera de aquella noción. El acercamiento pleno de Martín Sabbatella a la presidenta Cristina Kirchner y su coalición de gobierno de múltiples puntos de apoyo aleja al diputado de un ideario sólo asentado en la transparencia de la gestión, el respeto por las buenas prácticas de gobierno y cierta cosmovisión de izquierda.

Las turbulencias políticas que plantea el oficialismo cuando polemiza de manera decidida con determinados sectores sociales (productores agropecuarios, la Iglesia, las AFJP, etcétera) achica el margen para un discurso “pulcro” que suele hacer referencia a “lo nuevo” en contraposición con “lo viejo” y lo acerca a la complejidad de lo que López llamaría “populismo”. De ese modo, puede pensarse que la Plaza de Mayo que despidió los restos de Néstor Kirchner en octubre pasado estuvo cruzada por todas esas categorías, pero lo que sí es cierto es que el “progresismo sin más”, a la vieja usanza, tenía poco lugar en aquel escenario emotivo y visceral en el que más bien se reivindicaron ciertas irreverencias del ex Presidente y la marca a fuego que dejó en la política argentina, con su impronta de decisión y autoridad.

Quizás el “progresismo” como lo conocimos haya muerto junto con el ex Mandatario.
¿Y el “cristinismo”? Los primeros pasos políticos dados por la Jefa de Estado en este
2011 hablan de una impronta propia. El discurso que ofreció ante la Asamblea Legislativa el 1ro. de marzo habló más bien de una búsqueda de conexión directa con la sociedad, que de continuidad de un rumbo prefijado. Así, anunció un beneficio social importante para embarazadas, al tiempo que cuidó un costado institucional cuando echó por tierra la idea de una reelección indefinida. Y si bien cuestionó a sectores del poder real económico también apuntó contra lo que podrían considerarse “desbordes” de sus propios aliados –sus “compañeros” peronistas, en sus propias palabras–, algunos gremios de la CGT.

La Jefa de Estado se refirió en particular a los trabajadores que prestan servicios públicos y de transporte. Enseguida llegó una exhortación del Gobierno Nacional a dejar a un lado los piquetes como método de protesta y un operativo de la Policía Federal para despejar las vías del ex Ferrocarril Roca ante una desordenada protesta de un grupo de vendedores ambulantes. Los analistas políticos enfrentados con el Gobierno se ven algo desorientados ante este panorama. Por un lado, están aquellos que claman que la gestión de la Presidenta ha dado un giro hacia los sectores juveniles y radicalizados y más izquierdistas del kirchnerismo.

Denuncian un cierto desapego con respecto a la dirigencia histórica del peronismo.
Por otra parte –es raro, pero quienes lo hacen son muchas veces los mismos analistas– dan cuenta de un “giro al centro” de la Presidenta. Una forma de analizar el discurso oficial en este contexto –de algún modo, si es que existe, pensar qué contornos comienza a delinear el “cristinismo”– tiene que ver con determinar qué distancia ha definido tener la Presidenta con la sociedad.

Los fuertes conflictos que protagonizó entre 2008 y 2010 su gestión con distintos sectores parecían mostrar a un kirchnerismo que iba, por momentos, más “rápido” en las reivindicaciones de lo que le pedía el ciudadano promedio. ¿El beneficio de aquellas contiendas? La consolidación de una base social netamente kirchnerista a la que le gusta defender la impronta de “profundización del cambio”. La recuperación económica, los exitosos festejos del Bicentenario, la neutralización de la oposición en el Congreso y la muerte de Néstor Kirchner –entendidos como principales hechos políticos en 2010– cambiaron el panorama electoral de cara a 2011.

Ahora, la Presidenta, al cuestionar las protestas que se convierten en “desbordes” así como las discusiones “bizantinas” y convocar a sumar voluntades sin importar de “dónde vengan” parece haber elegido no ir ni más rápido ni más lento que el grueso de la sociedad, en medio del convulsionado año electoral. El panorama de las caracterizaciones políticas sigue abierto y eso no deja de ser una novedad. Cristina Kirchner, a ocho años de la llegada al poder de su esposo, tiene aún la posibilidad de extender la vigencia del proyecto político que encabeza por un período presidencial más.

Su contenido (¿progresista? ¿peronista? ¿kirchnerista? ¿cristinista?) le tocará definirlo a ella y a sus seguidores.

Publicado en Revista El Estadista, Edición 27.





























































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¿… y la revolución desde abajo?



"Esa ya es tarea nuestra. Y cuando digo “nuestra” no me refiero exclusivamente a

quienes militan en el kirchnerismo o en el peronismo. Me refiero a todos quienes compartan los enemigos del gobierno.

A quienes coincidan en sólo tres puntos: no ser ideológicamente neoliberal y no tener intereses creados con el actual bloque de poder hegemónico. El tercero: considerar que el kirchnerismo estará agotado el día en que algo en el escenario político sugiera que será desbordado “desde abajo y por izquierda”. Desde abajo: con un caudal electoral con perspectiva de gobierno, con apoyo de pobres, trabajadores, desocupados, sectores medios, con una estructura organizativa nacional que pueda funcionar como fuerza de apoyo de medidas más audaces que las tomadas por el actual gobierno. Y cuando digo “por izquierda” me refiero a lo programático. Pero si tengo sólo programa, muy fácil de diseñar y de imprimir, y no tengo pueblo, sólo tengo un puñado de diputados y mucha prensa, no cambio nada. Y si tengo pueblo pero no tengo cuadros, militantes, dirigentes decididos a ejecutar un programa pero también con la experiencia o el talento político suficiente como para saber cómo se avanza, tampoco modifico las actuales estructuras de poder que bloquean cualquier ruptura en un sentido nacional y popular. O peor: puedo retroceder. Las tareas de esto que, a falta de otras palabras, llamamos “revolución abajo”, son básicamente culturales y organizativas. “Avanzar” no es la reforma agraria o la estatización de no sé qué, si no pudiste con la 125 y cuánto más te vas para ese lado, menos te votan. Avanzar es poder bancar a este proceso para no retroceder. Ojalá la nueva ley de servicios de comunicación sea una posibilidad para conflictuar el sentido común mayoritario que, me parece, todavía sigue correspondiendo al período anterior. Es tarea nuestra pero también el Estado debe apoyar. El gobierno no tiene “argumentadores” de sus políticas públicas. Debe o debemos pensar en un nuevo tipo de militante, que supere al viejo “bajador de línea” porque, entre otras cosas, no tenemos mucho para bajar.

Se trata de acordar el horizonte estratégico, definir con precisión a los enemigos y potenciales aliados y, sobre la marcha, en este proceso, construir democráticamente la línea que hace falta. Hoy no existe un pensamiento nacional y popular o emancipador del Siglo XXI, como sí lo había décadas atrás (me refiero a los libros de Hernández Arregui, Jauretche, John William Cooke). Quizá también sea necesaria esta tarea combinada de la que hablo. “Construir línea” (no sé si la palabra “línea” es la más adecuada, en este momento me suena muy derechita, muy recta) arriba y abajo.

Construir opinión y voluntad nacional y popular arriba, en el escenario mediático y abajo, en la charla o militancia cotidiana. Si tenés un gobierno con una dirección clara, si “en el medio” ganás las batallas culturales por el sentido común, las ideas predominantes en la sociedad y “por abajo” tenés núcleos movilizados y movilizadores, militancia formada, en fin, un poderoso movimiento popular (que tampoco puede ser idéntico al tipo de movimientos que conocimos hasta la dictadura), movimiento o movimientos que acompañen y avancen en la misma dirección, si lográs esto, ya podrías pasar de hablar de “un gobierno” a un “movimiento” nacional y popular. Y si querés, hasta podés agregar “de liberación”, porque tendrás la fuerza necesaria como para tan ambiciosa meta.

Reportaje a Sergio Tagle publicado en Cuadernos de la Militancia, Revista Unidos o dominados. Diciembre 2010




























































































































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Leonard Cohen, Príncipe de Asturias


El poeta y cantante canadiense fue galardonado con el Premio de las Letras 2011 por contar la vida "como una balada interminable" y haber creado "un imaginario sentimental" en el que se funden la poesía y la música. Desde Oviedo, el presidente del jurado, el exdirector de la Real Academia de la Lengua, Víctor García de la Concha, afirmó que si bien Cohen es más conocido como cantautor, "antes fue poeta y novelista, más poeta que novelista".

Cohen, quien cumplirá 77 años en septiembre, tiene una obra literaria que "ha influido en tres generaciones de todo el mundo", recordó el jurado. García de la Concha subrayó que Cohen ha seguido "la vieja tradición que viene desde la Edad Media" de conectar "la poesía y el canto", y Rosa Navarro, por su parte, lo definió como "un nuevo juglar". "No tiene el mismo calado desde el punto de vista de creación literaria" que los otros finalistas -Alice Munro o Ian McEwan-, pero "llega a mucha más gente que a un grupito de expertos", explicó la catedrática de literatura de la Universidad de Barcelona al valorar la "divulgación" que obtiene así el Premio.
Este trovador de voz cavernosa, nacido en Montreal en 1934, profesa una fuerte admiración por el poeta español Federico García Lorca, a quien dedicó la canción "Take this Waltz". De gran profundidad poética, Cohen comenzó a escribir poemas a los 16 años y a los 22 publicó su primer título "Lets us compare mythologies", también inspirado en Lorca, y en 1961, publicó su segundo libro "Spice box of earth".
El escritor Fernando Sánchez Dragó, otro de los integrantes del jurado, resaltó que Cohen ha bebido de "todas las peripecias culturales, literarias y espirituales de nuestro tiempo", como "los 'beat', los hippies, la fuga del Mediterráneo, los amores, las drogas, el budismo zen, el vedanta o el chasidismo judío".
J.J. Armas Marcelo recordó, a su vez, que hace años que el Premio no recaía en un poeta, ensalzó la "curiosidad intelectual" de Cohen para "estudiar a fondo el misticismo oriental", que le hace ser muy reconocido en Asia y no sólo en América y Europa.
Leonard Cohen ya fue candidato este año a otro Príncipe de Asturias, el de las Artes, prueba de su "dualidad" como escritor y cantante destacó la directora del Instituto Cervantes, Carmen Caffarel, quien recordó que mucha gente ha "vivido, cantado, enamorado y pensado" con sus letras. De hecho, otro miembro del jurado, el crítico literario Andrés Amorís, cree que Leonard Cohen "no es un cantante extraordinario pero sí un poeta extraordinario, como (Jaques) Brel, (Bob) Dylan, Georges Brassens", mientras que, en ese mismo sentido, Armas Marcelo le comparó con Joaquín Sabina, Eric Clapton y Luis Eduardo Aute.
La decana de Humanidades de Harvard, Diana Sorensen, opinó que, una vez más, el Príncipe de Asturias se "adelanta" a lo que "los medios culturales son capaces de captar", que, según augura la profesora argentina, será un resurgir del mundo literario y musical de Cohen, especialmente en Norteamérica.
El Premio de las Letras, que este año recibió 32 candidaturas, fue entregado en 2010 al escritor libanés Amin Maalouf, y en ocasiones anteriores lo obtuvieron, entre otros, Ángel González, Delibes, Gonzalo Torrente Ballester, Mario Vargas Llosa, Camilo José Cela, Paul Auster, Günter Grass, Susan Sontag, Ayala, Mutis, Magris, Ismail Kadaré, Nélida Piñón, Margaret Atwood y Arthur Miller.Este es el quinto de los ocho premios Príncipe de Asturias de 2011 -dotados con 50.000 euros, que serán entregados en otoño en el Teatro Campoamor de Oviedo.



























































































































Fuente :http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-169278-2011-06-01.html






























































































































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N° 722 - De El Aleph a Internet


14 de Junio de 2011 ≈ 10:03

















































A 25 años de la muerte de Borges


















































Por Francisco Walter Molina























































“Vaciló y con esa voz llana, impersonal, a que solemos recurrir para confiar algo muy íntimo, dijo que para terminar el poema le era indispensable la casa, pues en un ángulo del sótano había un Aleph. Aclaró que un Aleph es uno de los puntos del espacio que contienen todos los puntos. (…) -Tarumba habrás quedado, de tanto curioserar (…) ¡Qué observatorio formidable, che, Borges!”




















































El Aleph de la calle Garay era tan formidable que resultaba irrealizable hasta para su propio creador. “Cuando estuve en Madrid -recordaba Borges en 1984- alguien [un periodista] me preguntó si yo había visto el Aleph. Me quedé atónito; mi interlocutor, que no sería una persona muy sutil, me dijo: «Pero cómo, si usted nos da la calle y el número». Bueno, dije yo, qué cosa hay más fácil que nombrar una calle e indicar un número. Entonces me miró, y me dijo: «Ah, de modo que usted no lo ha visto». Me despreció inmediatamente, se dio cuenta de que yo era un embustero, un mero literato.


















































Borges partió el 14 de junio de 1986. Demasiado pronto para constatar que el observatorio de la calle Garay que él había inventado estaba camino de convertirse en realidad. En una realidad virtual, que permite observar el universo del conocimiento y la información desde cualquier punto del planeta donde exista una conexión telefónica y una computadora. Una conexión que ahora puede ser inalámbrica y una computadora que ahora puede estar embebida en un diminuto teléfono celular.


















































Todo había comenzado el 20 de octubre de 1969, cuando un grupo de estudiantes de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA) dirigido por el Dr. Leonard Kleinrock, lograba que dos computadoras conectadas a través de líneas telefónicas intercambiaran mensajes utilizando la técnica de “conmutación de paquetes”; que consiste en dividir un mensaje en porciones que viajan separadamente por el camino más conveniente, y que al encontrarse en el lugar de destino reconstruyen fielmente el mensaje original, recurriendo -si es necesario- al reenvío de los paquetes perdidos o dañados en el camino.
La red del experimento inicial, que estaba formada por una computadora en UCLA y otra en Stanford, a unos 500 kilómetros de distancia, pronto se extendió a otros centros de investigación, los que al dotarse de sus propias redes internas conformaron una red de redes llamada Internet-ARPANet ; Internet por interconnected networks y ARPANet por red de la Advanced Research Projects Agency, la organización patrocinante del proyecto.


















































Al separarse, en 1980, la parte de la red afectada a defensa -para formar MilNet- la parte civil continuó funcionando bajo los auspicios de la Fundación Nacional para la Ciencia (National Science Foundation). El resto es historia reciente. En 1993 la red civil tomó el nombre de Internet y en 1994 varias compañías telefónicas privadas se hicieron cargo de la explotación comercial de sus líneas dorsales (sus backbones ). Finalmente, hacia 1995, con la llegada de los grandes proveedores de servicios, Internet comenzó a convertirse en un observatorio doblemente formidable. Formidable por la variedad y la inmensidad de su contenido, y formidable también porque ese contenido quedaba instantáneamente al alcance desde cualquier lugar. Una cosa, sin embargo, es disponer de un observatorio formidable, y otra es poder explorar su contenido sin quedar “tarumba de tanto curiosear”.
En el Aleph de la calle Garay, el contenido siempre era abrumador porque Borges se había animado a meter todo el universo en una esfera del tamaño de un ojo humano. El contenido de Internet, aunque virtual y distribuido, corría el riesgo de aturdir a quien se aventurara a explorarlo. Algo que felizmente no ocurrió gracias a una herramienta que permite saltar de una página a otra de Internet como salta un niño de un cuadro a otro en un juego de rayuela.


















































Por increíble que parezca, entonces, la herramienta que convirtió a la exploración de Internet en un juego de niños, está basada en una idea de Julio Cortázar, que en 1963 publicó Rayuela , la primera obra de ficción cuyos capítulos pueden ser leídos en cualquier orden. Tal como sucede actualmente con las publicaciones en hipertexto: el texto electrónico que rompe la linealidad del texto tradicional y permite a cada lector formar su propia secuencia de lectura; que puede tomar la forma de un árbol, una red o una telaraña con múltiples entrecruzamientos. De una web , como se dice en inglés.


















































Tim Berners-Lee, un especialista en computación del CERN (Consejo Europeo de Investigación Nuclear, en Ginebra, Suiza) creó en 1983, basándose en el hipertexto, un hipervínculo global que permite capturar y mostrar documentos sin límites de localización geográfica. Esta técnica, que fue incorporada a la red en 1989, es la que hoy permite navegar por Internet con la facilidadde un juego.

El resultado es un Aleph virtual tan formidable como el de la calle Garay, pero más fácil de curiosear. Un Aleph conocido con el nombre de World Wide Web o, simplemente, la Web: miles de millones de páginas web, con miles más incorporándose cada hora, que viajan por la red global iniciada en 1969 por Leonard Kleinrock, quien, a justo título, se ha convertido en el indiscutido padre de Internet; no en el abuelo, como aparece cuando se le asigna esta paternidad a uno de sus discípulos -Vinton Cerf- coautor con otros miembros del grupo de UCLA del protocolo TCP/IP.

Impresionante como es, la Web constituye sólo una parte de Internet, que es sobre todo una plataforma universal en la que, junto a la Web, conviven las aulas virtuales, el correo electrónico, el comercio electrónico, el chateo y el ágora virtual, una innovación que promete instalar la democracia directa o semidirecta para desplazar a la democracia representativa carente de representatividad.

Todo lo cual constituye un logro remarcable, considerando que el objetivo inicial de Kleinrock era hacer que dos computadoras conectadas a través de líneas telefónicas intercambiaran mensajes utilizando la “conmutación de paquetes”; y que Borges sólo pretendía desafiar a sus lectores metiendo en un observatorio del tamaño de un ojo humano todo lo que existe en el universo; sin superposición y sin disminución de tamaño.

Un logro remarcable para la Argentina, si se tiene en cuenta que Jorge Luis Borges es el primer nativo del continente americano que puede ser considerado, junto al italiano Leonardo da Vinci (1452-1519), el francés Julio Verne (1828-1905) y el inglés H. G. Wells (1866-1946), uno de los precursores de los grandes avances tecnológicos del siglo XX.


















































¡Qué observatorio formidable, señor Borges! ¡Qué observatorio formidable, doctor Kleinrock!




















































Francisco Walter Molina
LA NACION
El autor es Philosophy Doctor (PH.D.) en Sistems Science de la UCLA, en la que fue discípulo de Leonard Kleinrock.





























































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La muralla y los libros


















































Por Jorge Luis Borges



















































Leí, días pasados, que el hombre que ordenó la edificación de la casi infinita muralla china fue aquel primer emperador, Shih Huang Ti, que asimismo dispuso que se quemaran todos los libros anteriores a él. Que las dos vastas operaciones -las quinientas a seiscientas leguas de piedra opuestas a los bárbaros, la rigurosa abolición de la historia, es decir del pasado- procedieran de una persona y fueran de algún modo sus atributos, inexplicablemente me satisfizo y, a la vez, me inquietó.
Indagar las razones de esa emoción es el fin de esta nota. Históricamente, no hay misterio en las dos medidas. Contemporáneo de las guerras de Aníbal, Shih Huang Ti, rey de Tsin, redujo a su poder los Seis Reinos y borró el sistema feudal: erigió la muralla, porque las murallas eran defensas; quemó los libros, porque la oposición los invocaba para alabar a los antiguos emperadores.
Quemar libros y erigir fortificaciones es tarea común de los príncipes; lo único singular en Shih Huang Ti fue la escala en que obró. Así lo dejan entender algunos sinólogos, pero yo siento que los hechos que he referido son algo más que una exageración o una hipérbole de disposiciones triviales.
Cercar un huerto o un jardín es común; no, cercar un imperio.
Tampoco es baladí pretender que la más tradicional de las razas renuncie a la memoria de su pasado, mítico o verdadero. Tres mil años de cronología tenían los chinos (y en esos años, el Emperador Amarillo y Chuang Tzu y Confucio y Lao Tzu), cuando Shih Huang Ti ordenó que la historia comenzara con él.
Shih Huang Ti había desterrado a su madre por libertina; en su dura justicia, los ortodoxos no vieron otra cosa que una impiedad; Shih Huang Ti, tal vez, quiso borrar los libros canónigos porque éstos lo acusaban; Shih Huang Ti, tal vez, quiso abolir todo el pasado para abolir un solo recuerdo; la infamia de su madre. (No de otra suerte un rey, en Judea, hizo matar a todos los niños para matar a uno.)

















































Esta conjetura es atendible, pero nada nos dice de la muralla, de la segunda cara del mito. Shih Huang Ti, según los historiadores, prohibió que se mencionara la muerte y buscó el elixir de la inmortalidad y se recluyó en un palacio figurativo, que constaba de tantas habitaciones como hay días en el año; estos datos sugieren que la muralla en el espacio y el incendio en el tiempo fueron barreras mágicas destinadas a detener la muerte.


















































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Todas las cosas quieren persistir en su ser, ha escrito Baruch Spinoza; quizá el Emperador y sus magos creyeron que la inmortalidad es intrínseca y que la corrupción no puede entrar en un orbe cerrado.
Quizá el Emperador quiso recrear el principio del tiempo y se llamó Primero, para ser realmente primero, y se llamó Huang Ti, para ser de algún modo Huang Ti, el legendario emperador que inventó la escritura y la brújula.
Este, según el Libro de los ritos, dio su nombre verdadero a las cosas; parejamente Shih Huang Ti se jactó, en inscripciones que perduran, de que todas las cosas, bajo su imperio, tuvieran el nombre que les conviene.
Soñó fundar una dinastía inmortal; ordenó que sus herederos se llamaran Segundo Emperador, Tercer Emperador, Cuarto Emperador, y así hasta lo infinito…
He hablado de un propósito mágico; también cabría suponer que erigir la muralla y quemar los libros no fueron actos simultáneos.
Esto (según el orden que eligiéramos) nos daría la imagen de un rey que empezó por destruir y luego se resignó a conservar, o la de un rey desengañado que destruyó lo que antes defendía.
Ambas conjeturas son dramáticas, pero carecen, que yo sepa, de base histórica. Herbert Allen Giles cuenta que quienes ocultaron libros fueron marcados con un hierro candente y condenados a construir, hasta el día de su muerte, la desaforada muralla.
Esta noticia favorece o tolera otra interpretación. Acaso la muralla fue una metáfora, acaso Shih Huang Ti condenó a quienes adoraban el pasado a una obra tan vasta como el pasado, tan torpe y tan inútil.


















































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Acaso la muralla fue un desafío y Shih Huang Ti pensó: “Los hombres aman el pasado y contra ese amor nada puedo, ni pueden mis verdugos, pero alguna vez habrá un hombre que sienta como yo, y ése destruirá mi muralla, como yo he destruido los libros, y ése borrará mi memoria y será mi sombra y mi espejo y no lo sabrá”.


















































Acaso Shih Huang Ti amuralló el imperio porque sabía que éste era deleznable y destruyó los libros por entender que eran libros sagrados, o sea libros que enseñan lo que enseña el universo entero o la conciencia de cada hombre.


















































Acaso el incendio de las bibliotecas y la edificación de la muralla son operaciones que de un modo secreto se anulan.

La muralla tenaz que en este momento, y en todos, proyecta sobre tierras que no veré su sistema de sombras es la sombra de un César que ordenó que la más reverente de las naciones quemara su pasado; es verosímil que la idea nos toque de por sí, fuera de las conjeturas que permite. (Su virtud puede estar en la oposición de construir y destruir, en enorme escala.)

Generalizando el caso anterior, podríamos inferir que todas las formas tienen su virtud en sí mismas y no en un “contenido” conjetural.

Eso concordaría con la tesis de Benedetto Croce; ya Pater, en 1877, afirmó que todas las artes aspiran a la condición de la música, que no es otra cosa que forma.
La música, los estados de la felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá, el hecho estético.


















































Jorge Luis Borges


















































Publicado por LA NACION el 22 de octubre de 1950
[Textos gentileza de la lista Conozcamos la historia]


























































































































































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Los límites del modelo















































































































Por Fernando Dachevsky *



















































Cada vez es más frecuente escuchar a los economistas argentinos hablar sobre el problema de la Enfermedad Holandesa y sus peligros para la Argentina. En pocas palabras, plantean que los recursos que entran al país por las exportaciones agrarias terminarán acotando las posibilidades de desarrollo industrial. El problema sería que el ingreso creciente de muchos dólares por la exportación de soja impactaría en un abaratamiento del dólar respecto del peso, restándole competitividad a la industria local. En definitiva, los límites de la producción nacional terminan siendo el resultado no deseado de las ventajas en el plano agrario. Sin embargo, en estos planteos hay dos ideas fundamentales que se dan por supuestas y que deben ser sometidas a discusión.


















































Por un lado, es falso que todo aumento en el ingreso de dinero por la exportación de materias primas derive en una sobrevaluación de la moneda. La propia tendencia a la sobrevaluación aparece allí donde ya está el problema. Es decir, donde el sector industrial ya es relativamente pequeño e ineficiente. En este sentido, la sobrevaluación es a lo sumo un síntoma, antes que una enfermedad.


















































Por otro lado, cuando la sobrevaluación ya se produjo, tampoco es cierto que constituya en sí misma una traba para el desarrollo industrial en su conjunto. La sobrevaluación significa que el poder del peso argentino de intercambiarse por otras monedas se incrementa por encima del que le corresponde teniendo en cuenta su capacidad para representarse en otras mercancías y en la productividad del trabajo argentino. Por lo tanto, implica una transferencia de riqueza que permite acceder al mercado mundial con un mayor poder de compra. En este sentido, no hay que perder de vista que la sobrevaluación significa una forma de transferencia que abarata la importación de todo tipo de bienes, incluyendo los bienes de capital. ¿De dónde surge esta capacidad? De la renta diferencial que proviene de la exportación de materias primas o, por ejemplo durante los años ’90, del endeudamiento externo.


















































Aquí el problema es qué fracciones de la burguesía, y en qué medida, están en condiciones de aprovechar esta situación para capitalizarse. La década del ’90 es un ejemplo útil para ver cómo la transferencia de riqueza por sobrevaluación puede potenciar a ciertas fracciones de la industria. Durante estos años, además de impulsar la importación de bienes de consumo, la sobrevaluación también motorizó un rápido proceso de concentración, centralización y modernización, disolviendo a los industriales más ineficientes y concentrando los más grandes. En este sentido, no es casualidad que durante esta década, la productividad por obrero de la industria local se haya incrementado en un 91 por ciento. Cifra muy superior al incremento de la productividad que se había registrado durante la década de 1980, de poco más de un 3 por ciento. En el camino muchas fábricas más pequeñas e ineficientes cerraron, se flexibilizaron las condiciones laborales y, sobre todo, muchos trabajadores quedaron desocupados. Pero eso es el resultado de industrializar en el capitalismo. Si no gusta, hay que animarse a pensar en otro sistema, no plantear la utopía de un capitalismo “serio y humano”.


















































Una de las mayores evidencias de las mejoras en la productividad introducidas en los noventa es que buena parte del crecimiento posdevaluación de 2002 se apoyó en la utilización de capacidad instalada durante la década previa. Recién a partir de 2007, el crecimiento debió apoyarse en nuevas ampliaciones. Lo cual explica por qué desde dicho año la industria local empezó a dar muestras de desaceleración.


















































En la actualidad, luego de ocho años de “modelo industrialista”, el incremento de la productividad por obrero, respecto de la década pasada, fue menos de la mitad del registrado durante la década de 1990. Ni siquiera aumentó la participación de la industria manufacturera en el PBI total. En este contexto, que la capacidad de importación inflada no resulte hoy en un incremento significativo de importaciones de bienes de capital y en una renovación tecnológica, habla más de las pocas potencialidades de la industria radicada en el país, que de una supuesta enfermedad, en este caso provocada por culpa de la soja.


















































Mientras, muchos industriales locales se quejan por la sobrevaluación y presionan por la devaluación. Es decir, prefieren la protección a invertir. Al Gobierno se le hace cada vez más difícil patear la pelota para adelante y necesita generar las condiciones para profundizar la explotación de los trabajadores. Sea cual fuere el camino que se tome dentro del capitalismo, esto tiene una única salida: la concentración y la centralización y el aumento de la tasa de explotación. El resultado, para la clase obrera, ya lo conocemos: mayor desocupación, mayor flexibilidad laboral y caída del salario real. No por culpa de la soja, sino porque ésta no alcanza para todo.



















































* Docente UBA, investigador del Ceics y militante de Razón y Revolución.
























































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EDUCACIÓN Y DEMOCRACIA, por Montesquieu




















































Archivado en: -MUNDO LIBRE — June 3, 2010 @ 1:05 am


















































“En el Gobierno republicano se necesita de todo el poder de la educación, que tendrá como objeto la virtud. Se puede definir esta virtud como el amor a las leyes y a la patria. Dicho amor requiere una preferencia continua del interés público sobre el interés de cada cual; todas las virtudes particulares, que no son más que dicha preferencia, vienen dadas por añadidura. Este amor afecta especialmente a las democracias. Sólo en ellas se confía el Gobierno a cada ciudadano. Ahora bien, el Gobierno es como todo el mundo: para conservarlo hay que amarlo.



















































* * * * * *


















































LA EDUCACIÓN NOS PREPARA PARA SER CIUDADANOS


















































Las leyes de la educación son las primeras que recibimos, y como nos preparan para ser ciudadanos, cada familia particular debe gobernarse conforme al plan de la gran familia que comprende a todas.


















































Si el pueblo en general tiene un principio, las partes que lo componen, o sea, las familias, lo tendrán igualmente. Las leyes de la educación serán, pues, distintas en cada tipo de Gobierno: en las Monarquías tendrán por objeto el honor; en las Repúblicas, la virtud; y en el despotismo, el temor.


















































La mayor parte de los pueblos antiguos vivían en Gobiernos que tenían la virtud como principio. Cuando ésta se encontraba en su pleno vigor hacían cosas que ya no vemos hoy y que asombran a nuestras almas empequeñecidas. Su educación tenía otra ventaja sobre la nuestra: nunca se encontraba desmentida. El último año de su vida, Epaminondas decía, escuchaba, veía y hacía las mismas cosas que en la edad en que había comenzado su instrucción


















































Ahora recibimos tres educaciones distintas, si no contrarias: la de nuestros padres, la de nuestros maestros y la del mundo. Lo que nos dicen en la última da al traste con todas las ideas adquiridas anteriormente. Esto es en parte consecuencia de la contradicción existente entre los compromisos de la religión y los del mundo, cosa que los antiguos no conocían.

En el Gobierno republicano se necesita de todo el poder de la educación. En los Gobiernos despóticos, el temor nace por sí mismo de las amenazas y los castigos; en las Monarquías el honor se ve favorecido por las pasiones que a su vez favorece; pero la virtud política es la renuncia de uno mismo, cosa que siempre resulta penosa.


















































LA VIRTUD EN LA DEMOCRACIA ES EL AMOR AL INTERÉS PÚBLICO


















































Se puede definir esta virtud como el amor a las leyes y a la patria. Dicho amor requiere una preferencia continua del interés público sobre el interés de cada cual; todas las virtudes particulares, que no son más que dicha preferencia, vienen dadas por añadidura.


















































Este amor afecta especialmente a las democracias. Sólo en ellas se confía el Gobierno a cada ciudadano. Ahora bien, el Gobierno es como todo el mundo: para conservarlo hay que amarlo.


















































Nunca se oyó decir que los reyes no amasen la Monarquía o que los déspotas odiasen el despotismo. Todo depende, pues, de instaurar ese amor en la República, y precisamente la educación debe atender a inspirarlo. Hay un medio seguro para que los niños puedan adquirirlo y es que sus propios padres lo posean.


















































Cada uno es dueño de dar a sus hijos los conocimientos que tenga, pero más aún de darles sus pasiones. Si esto no ocurre, es que lo que se hizo en la casa paterna fue destruido por las impresiones exteriores. Un pueblo naciente no degenera; sólo se pierde cuando los hombres hechos se corrompen.

Convencidos de la necesidad de elevar a la virtud a los pueblos que vivían en Gobiernos populares, los griegos crearon instituciones singulares para inspirarla. Cuando vemos en la vida de Licurgo las leyes que dio a los lacedemonios, nos parece leer la historia de los severambitas. Las leyes de Creta eran el original de las de Lacedemonia, y las de Platón eran su corrección. Suplico al lector que considere con atención el enorme ingenio que precisaron aquellos legisladores para darse cuenta de que, yendo contra los usos establecidos y confundiendo todas las virtudes, mostrarían al universo su sabiduría.


















































LAS LEYES E INSTITUCIONES HACEN VIRTUOSOS A LOS PUEBLOS


















































Licurgo confundió el hurto con el espíritu de justicia, la más dura esclavitud con la libertad extrema, las mayores atrocidades con la máxima moderación, y así dio estabilidad a su ciudad. Parecía que le quitaba todos sus recursos, las artes, el comercio, el dinero, las murallas; existía la ambición sin esperanza de mejorar, sentimientos naturales, sin ser hijo, ni marido, ni padre, y aun a la castidad se le quitaba el pudor.


















































Por estos caminos Esparta se dirigía a la grandeza y a la gloria, pero con tal infalibilidad en sus instituciones que no se conseguía nada contra ella ganando batallas, si no se lograba privarla de su policía (Philopoemen, según Plutarco, obligó a los lacedemonios a abandonar su manera de criar a los hijos, pues sabía que, de no ser así, tendrían siempre un alma grande y un corazón animoso).


















































Aquello tan extraordinario de las instituciones de Grecia lo hemos visto en medio de la degeneración y la corrupción de los tiempos modernos. Un legislador, hombre de bien, ha formado un pueblo en el que la honradez parece tan natural como la valentía entre los espartanos. El señor Penn es un verdadero Licurgo, y aunque uno tuviera como finalidad la paz y el otro la guerra, se parecen en que ambos han puesto a su pueblo en un camino singular, en el ascendiente que tuvieron sobre los hombres libres, en los prejuicios que vencieron y en las pasiones que sometieron.

El Paraguay puede proporcionarnos otro ejemplo: han querido imputárselo como un crimen a los jesuitas que consideran el placer de gobernar como el único placer de la vida; pero siempre será hermoso gobernar a los hombres haciéndolos más felices (los indios de Paraguay no dependen de ningún señor particular, no pagan más que un quinto de los tributos y tienen armas de fuego para defenderse). A dicha Compañía le cabe la gloria de haber sido la primera en mostrar, en aquellas regiones, la idea de religión unida a la de humanidad. Reparando las devastaciones de los españoles, ha empezado a curar una de las grandes calamidades conocidas por el género humano.

El sentido exquisito que esta sociedad tiene por todo lo que llama honor, su celo por una religión que hace más humildes a los que escuchan que a los que predican, la han hecho emprender y conseguir grandes cosas: ha sacado de los bosques a los pueblos dispersos, les ha dado subsistencia segura, los ha vestido, y aunque no hubiera hecho otra cosa más que aumentar con ello la industria entre los hombres, ya habría hecho bastante.


















































LA LEY SE HACE PARA EL PUEBLO, NO EL PUEBLO PARA LA LEY


Los que quieran crear instituciones semejantes establecerán la comunidad de bienes de la República de Platón, el respeto a los dioses que él prescribía, la separación de los extranjeros para la conservación de las costumbres y del comercio hecho por la ciudad; crearán asimismo nuestras artes sin nuestro lujo, nuestras necesidades sin nuestros deseos.

Proscribirán el dinero cuyo efecto es aumentar la fortuna de los hombres más allá de los límites señalados por la Naturaleza; aprender a conservar inútilmente lo que se ha atesorado del mismo modo, multiplicar los deseos hasta el infinito y suplantar a la Naturaleza que nos había dado medios muy limitados de irritar nuestras pasiones y de corrompernos los unos a los otros.

Tales instituciones pueden convenir a las repúblicas porque su principio es la virtud política. Por otra parte, sólo pueden convenir a Estados pequeños (como las ciudades griegas), en los que es posible dar una educación general a todo el pueblo, como si fuese una familia.

Las leyes de Minos, de Licurgo y de Platón suponen una atención singular de los ciudadanos entre sí, lo cual no puede darse en la confusión, la negligencia o la extensión de los asuntos de un pueblo numeroso.

Es preciso, como se ha dicho, desterrar el dinero de estas instituciones. Pero, en las grandes sociedades, la importancia de los negocios, su número, su variedad, su dificultad, la facilidad de las compras, la lentitud de los cambios, exigen una medida común. Para llevar a todas partes el poder, o para defenderlo, hay que tener eso en que los hombres han cifrado el poder en todas partes.



































































































MONTESQUIEU, Del espíritu de las leyes, Primera parte, Libro IV. Sarpe, 1984. FD, 06/12/2006.





































































































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Amor fascista, amor conyugal, amor romántico




















































El autor sostiene que “en la Argentina hay un renacer de la pasión política y una recuperación del amor”, y diferencia –para el individuo y para la política– entre tres formas: el amor romántico, “que le acontece al sujeto y lo obliga a tomar posición”; el amor conyugal, “que rehúsa el enamoramiento y busca la seguridad”; y el amor fascista, “que procura tomar posesión del otro”.

















































Por Emiliano Galende *



















































Creo que, en la Argentina, constatamos un renacer de la pasión política y una recuperación del amor, especialmente entre los más jóvenes. En principio, el amor supone dos personas que constituyen una comunidad mínima, es decir, son ya una relación social, que implica un lazo social específico. Esta forma particular es sin embargo equiparable a otras formas de lazo social y, también, de enamoramiento, a más de la pareja: así en la política, en el arte, en las disciplinas. Para toda relación de amor se trata, al menos, de dos, pero en cada uno el amor trasciende el plano individual del narcisismo, la satisfacción del yo. Cada amor, cualquiera sea su objeto, pone en juego partículas de algo universal, cultural. Es más, trasciende a una cultura determinada y aun a los tiempos de la historia.

El amor humano es el primer grado del pasaje del individuo a un más allá de sí mismo, es una presencia, en la singularidad, de un universal cultural. El amor, como el vivir, no se reduce nunca a los intereses individuales, sino en la manera como el mundo se expone al sujeto; es, en este sentido, el “nosotros” temprano, ya que nunca, desde el nacer, estamos solos. El amor, como la vida, no pertenece enteramente a la voluntad de cada uno, es algo que nos ocurre en la vida, y sólo cuando nos acontece podemos decidir.

Esto es lo que nos ha enseñado el amor romántico: se trata de lo que nos ocurre, lo que llega al individuo y, como un acontecimiento –en el sentido que dio a este término Alain Badiou–, obliga a tomar posición. En esta toma de posición, podemos diferenciar tres formas subjetivas de respuesta, tres tipos de sujeto, siguiendo aquello que en el siglo XIV ya nos enseñó Giovanni Boccaccio en su Decamerón. Al primero de estos amores lo llamaré “amor romántico” y lo vincularé con el Romanticismo del siglo XIX; al segundo, “amor conyugal”; al tercero, “amor fascista”.



















































El sujeto del amor romántico no responde a un mandato cultural –casarse, ser madre o padre, etcétera– ni responde a leyes, como el matrimonio. Enamorarse no es obligatorio ni responde a una voluntad: es algo que le ocurre al sujeto. Este amor, como lo señalaron los románticos, tiene su opuesto en la moral religiosa o cultural; por eso fue vivido como una experiencia de transgresión y libertad, y en la actualidad lo vivimos como reacción a lo dominante cultural. Recordemos que el amor romántico fue un grito de libertad, de igualdad entre hombre y mujer, frente a las imposiciones de matrimonio del siglo XIX.

Las luchas por la igualdad de género y contra las leyes del patriarcado, en nuestro tiempo, responden también a este amor romántico, al romper con la idea de que, frente al sexo y el amor, los sujetos sean sujetos morales, regulados por la religión o la cultura burguesa. En los enamorados, la moral y las decisiones sobre el sexo son resultado del acuerdo libre entre ellos sobre lo prohibido y lo permitido, asumiendo cada uno sus consecuencias. La ley sobre el matrimonio igualitario parte de reconocer esto.



















































Todas estas formulaciones sobre el amor romántico se ajustan también al sujeto del enamoramiento en el orden político, que asume este amor trascendiendo su yo, apostando a un nosotros, al compromiso social y sus consecuencias. El amor romántico en la política es a la vez un amor por la verdad.





















































































































































El sujeto del amor conyugal es el que rehúsa asumir las consecuencias del enamoramiento, el riesgo de la dependencia; teme el acontecimiento, que no domina, y cree en una existencia satisfactoria bajo la seguridad conyugal. Elige la seguridad, la continuidad, los roles fijos, la dependencia asegurada del otro. De alguna manera, en la actualidad, el contrato matrimonial vuelve a tener algo del siglo XIX: establecer las ventajas (ahora no sólo económicas) que el matrimonio ofrece para su vida: no estar solo/a; llenar el amor y el sexo para que, controlado, no lo asalte o lo sorprenda; cubrir las necesidades en familia; asegurar un lugar social frente a los demás.


Se trata así de confinar en un espacio social –el lazo conyugal, tan restringido y seguro como sea posible– esa parte salvaje, pasional, desigual, no controlada, que supone el amor en tanto nos sucede como acontecimiento. Desde siempre se afirmó que la familia es el adversario permanente del amor romántico. En la política, el amor conyugal también se expresa, y en la misma dirección: contrato social, seguridad, consenso, evitar los conflictos, dominio de la tradición, continuidad de sus instituciones. Es lo que identificamos como política conservadora. Si el amor romántico es pasión del cambio y ruptura del orden instituido, asumiendo los conflictos reales, este otro es reproducción de la sociedad en un orden conservador de sus instituciones y sus tradiciones. Entre ambas dimensiones se debate la política actual.

El sujeto del amor fascista se caracteriza por los celos extremos, la posesión del otro, borrar en él todo aquello que le otorgue una vida autónoma, siempre bajo la sospecha de la existencia de un amante o una amante que ponga en riesgo la posesión. La ficción de ser “uno”, en la pareja, requiere suprimir todo lo que haga sentir que son dos, o más, como sucede en la vida; forzar una fusión que anule toda contingencia. En el extremo, tanto en el amor de la pareja como en la política, prima la violencia de eliminar al otro como otro, así ocurre en parejas con estos rasgos, y así ocurre en los grupos fascistas.
En el amor fascista, el pacto requiere que todo esté en “dos que somos uno”: identificación caníbal, y un exterior, los otros, por principio enemigos o amenazantes. En ambos, el amor de pareja y el amor político, están presentes la violencia y la muerte, infligida al otro exterior, extraño, o al interior: al infiel o al traidor. En política, el fascismo es exigencia de identidad total en el grupo, bajo símbolos que identifican al grupo y lo unifican; entrega, renuncia a lo personal, juramento de fidelidad al líder y enfrentamiento a los enemigos. El amor fascista anida en los sujetos y en la sociedad; es, desde siempre, la amenaza que acecha a todo convivir democrático.

Estos tres tipos subjetivos nunca son puros: están en un mismo sujeto, sometido a tensión; siempre hay, en cada sujeto, montantes diferentes de los tres tipos de subjetividad. En la vida social también anidan estos tres tipos de subjetividad. Una política romántica, de cambio y transgresión, debe enfrentar siempre a la seguridad conservadora y a la violencia fascista.

Esto da razón de por qué, en diferentes momentos de la cultura, de la vida social y del amor de pareja, domina uno u otro tipo de comportamiento. Así como un amor conyugal puede dejarse para asumir el riesgo de una pasión que ha acontecido, también en política la sociedad puede girar desde una posición conservadora o escéptica hacia una pasión optimista, de transformación de un orden injusto u oprimente.

Dentro de los límites de las identidades de clase social, estos cambios no suelen ser previsibles ni productos de una voluntad: son también acontecimientos, que se hacen presentes en una sociedad.

En uno y otro caso, es esencial que surja lo que llamo “un otro desencadenante del acontecimiento”: no es la figura de un líder preexistente, sino un sujeto que construye su liderazgo al desencadenar el acontecimiento político, o la pasión amorosa. El amor no llega al sujeto desde una pasión interior que preexista al enamoramiento, sino que acontece cuando alguien, siempre singular e inesperado, dispara en él esta pasión. No es, como en el mito de Cupido, un ángel que dispare su flecha: somos flechados siempre por un semejante concreto y visible.

Y en política ocurre del mismo modo: en los sujetos existe la disposición, el interés por lo social, por la vida en común y su gobierno, pero sólo cuando un político enuncia sus principios, encarna las ideas, asume la pasión por realizarlas, se constituye en líder, logra representar esas ideas y despierta el amor por esa política. El líder de un proyecto de vida en común no preexiste al surgimiento de esa pasión; sólo al despertarla se constituye como tal. Creo que esto está presente en el actual enamoramiento por la política en el país.





















































* Director del doctorado en Salud Mental Comunitaria de la Universidad de Lanús.




















































Texto extractado del trabajo “Amor, política y salud mental”.






















































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Poemas y Notas de EDUARDO ALBERTO PLANAS











































































































La ternura no basta



























































La ternura no basta

























































Mujer de mil enigmas,


a la que la vida

























































parece haber herido

hasta la desesperanza.


























































¿Que misterios encierran tus ojos?

¿Indiferencia

























































¿Dolor?





Tu voz sale desde las entrañas

intimas de tu ser.

Un grito.

Para que despierten los

durmientes.


Para que escuchen

los que no oyen

Un llanto,

para que no venga la misericordia.

Una luz

Para que la vean los ciegos.


























































La ternura no basta,


























































para aliviar la sed,

los recuerdos quemantes.

























































¿Hay algo más que todo esto?


Quizás lo viste

y estás tratando de anunciarlo.

























































Eduardo Alberto Planas - Marzo 2011





















































































































Crisàlida



























































Ella canta, canta

y no importa la lluvia.

Canta y el deseo la invade en el portal.

Ella corre, corre,

y se le va la vida.

El reino del revés de su bola de cristal.

Siente que no está sola,

Lo presiente, pero no lo sabe aún.

La ve.

Entre la multitud citadina, que corre a refugiarse.


La ve y se da cuenta

Canta, canta y el dolor en el pecho.

Un ángel cae.

Desde abajo los mira.

Le arrojan flores y –finalmente- tierra.

Crisálida.

En otro lugar

Ella esta triste y no sabe por qué.

Y la mujer con sombrero que siempre está.

Marionetas.

Dan pistas.

El amor llega.

Las fotografías le muestran


la verdad.


Y la mujer que sabe el devenir que siempre está.

Presencia.

Una voz. Una luz roja y azul. Fugaz.

Con toda la luz de la manzana.

Debe seguir; por ella, por las dos.

El árbol las une.






























































Eduardo Alberto Planas
Marzo de 201


























































muñeca de trapo

te nombraron
tu cuerpo arrojado sobre
los escombros
de tu derruida ciudad

tu fotografía recorrió el mundo
con la velocidad globalizada
como ayer lo hiciera
la niñita en llamas
de vietnam

que culpa tienes
de vivir en un lugar
en donde hay un dios que tiene varios
nombres
pero ninguno te justifica
ni la muerte de tus hermanos

la razón –que no tiene emociones-
pondrá tu fotografía en un escritorio
quizás para calmar la propia conciencia
de una civilización que se cree tal
porque tiene la tecnología
que te mato

muñeca de trapo
niñita del dolor
foto/conciencia/ de la barbarie/
razón de la sin razón/de occidente


y el hueco en el pecho
que ni los sofismas de
los escribas del imperio,
ni las mejores palabras
pueden calmar



























































UMBRAL


























































Te vimos

























































cruzar el umbral

























































de la puerta con cancel,

























































tus ojos llorosos bien abiertos;
la sonrisa temblorosa.
Tu cansancio extremo

y tu miedo.

No era –ni es- nuestra pena
























































la que te iba a salvar
Tú y tu esencia en la oquedad,
allí al borde del abismo.

Hubo que ponerse la armadura,

ocultar la tristeza,
























































realizar las rutinas,
buscar las fuerzas necesarias

















































































































y amarte
























































mucho y en silencio,
amarte mucho y a gritos
amarte, amarte, amarte.

Volver a reconocerme
























































y reconocerte
como la mujer que eres
la mujer-niña
la mujer de la sed verdadera
y la de barro también.

Amarte a rabiar
























































y amarte en silencio,

amarte al caminar
























































por esos gélidos pasillos
y amarte al salir
en busca del sol;
amarte tranquilamente
en la paz del hogar construido;
y amarte furiosamente
hasta que la humedad




















































quede impregnada en las sabanas





















































Te veo

buscando asirte de algo


¿la poesía? ¿el arte? ¿ el amor?

la luz que alivie

el dolor.


Solo

tú encontrarás el camino.

Quizás

el poema que logre salvarte


























































Eduardo Alberto Planas,

























































Junio 2011
































































DOLOR



















































































































Si el dolor


























































es el precio de vivir


























































¿Dónde pongo lo hallado?

























































¿Donde está lo bello


























































La muerte es la nada,

























































solo queda este vacío

























































de piedra congelada

























































de piel y huesos inermes

























































ante un viento helado

























































que carcome las entrañas.

























































Vana ilusión la del poder efímero

























































que alguna vez

























































creíamos tener,

























































sobre las cosas y los semejantes.

























































No está allí la esencia.

























































La vida está en otro lado.

























































Así como el infierno está aquí.


























































Nada -ni nadie-puede suturar,

























































las cicatrices que tenemos,

























































de las que estamos hechos,

























































desde que nacimos,

























































y las que nos hicimos

























































en el transcurso de la existencia.


























































Desnudos ante la pared

























































con jirones de piel entrelazada,

























































andamos deambulando

























































buscando ese algo

























































que nos de calor.


























































Deberemos andar

























































con las heridas a flor de piel

























































o ponernos las mascaras

























































que nos ayudan a sobre-vivir.


























































No honraremos la vida

























































con el olvido

























































o el perdón;

























































hace falta algo más

























































para sostener la existencia.

























































La pasión

























































y la compasión

























































¿Serán el camino?


























































No queda más que viento

























































y es imposible de amainar.

























































Dime tú, que sabes,

























































que aparentas haber

























































comprendido;

























































Dime tu avatar;

























































dime tu qué dices ser luz luz -si hay luz-,

























































¿donde estas?


























































Eduardo Alberto Planas

























































Junio 2011























































































































Viniste


























































A este páramo

para dejar un recuerdo
























































de amor

de alegría

de paz

de compromiso.


























































El hostil mundo

no era para ti;

que frágil eras y

frágil

tu corazón

pero- a la vez- que fuerte

eras.


Que fuerte.

Dejaste

como una muestra de lo mejor de

ti,

a quién quiere ser canción,

y como la fotografía

lo delata

no la has abandonado nunca

sigues protegiendo.


No te vimos, pero

sentimos tu presencia

esa noche tan especial.

Tú estás siempre

en nuestro recuerdo

y en nuestro malherido corazón.


A veces

no nos animamos a nombrarte

como una manera, tonta,

de pretender

inútilmente

aliviar el dolor,

ahogar el llanto.


Pero estás siempre

























































con lo más querido.

Con lo más amado.










































































































Eduardo Planas


























































Desaparecido



















































No solo desapareció tu cuerpo

sino tu forma de pensar

de amar, de relacionarte con los demás.


Desapareció

tu manera de entender la política,

tus anhelos de construir un mundo mejor,

más justo y más digno.


Desapareció

la confianza en los demás,

compañeros, camaradas

iguales, solidarios.


Despareciste tú

y muchos más de 30.000

y muchas cosas más.



















































Despareció la convicción de estar dentro

un inmenso río

que desembocaría

en forma inminente,

en el océano de igualdad.

Esa alegría enorme

de estar ahí,

de compartir,

de formar parte de la historia,

de construir el hombre nuevo,

para servir a los desposeídos,

a los desamparados,


a los condenados de esta tierra.




















































Desapareciste tú

y muchos más

y muchas cosas más.


Quedamos solos

huérfanos de ideales

marcados por la indiferencia,

creyendo que las cosas

son más importantes que los hombres.



Desapareciste tú

y tus hijos.

Y desaparecieron cosas;

algunas se pudieron recuperar.

Otras son imposibles.


Eduardo Planas




















































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Belgrano, la película / Eduardo Planas



















































































Está protagonizada por Pablo Rago, Pablo Echarri como San Martin y Valeria Bertucelli como Maria Josefa Ezcurra. La supervisión general es del ganador del Oscar, Juan José Campanella. El guión pertenece a Juan Pablo Domenech y Marcelo Camaño, con el asesoramiento técnico de Javier Trímboli.







































Demás esta por decir que es excelente la actuación de Pablo Rago en el protagónico así como la de la esposa del cantante Vicentico, es decir Valeria Bertucelli.













































La película refleja aspectos de la vida de Belgrano, uno de los próceres argentinos más emblemáticos de nuestra historia, quien además de crear la Bandera, dejó innumerables muestras de amor a la Patria y enseñanzas morales que sirven de modelo a las actuales y nuevas generaciones, destacándose también su perfil humano, que se objetiviza –por ejemplo- en la relación que tenía con sus soldados, sobre todo los descendientes de los pueblos originarios.













































Realizada en conjunto por la Televisión Pública, Canal Encuentro y 100 bares, la productora de Juan José Campanella, se filmó en sólo tres semanas, en escenarios naturales –de Tafí del Valle en Tucumán a una casa colonial en el conurbano– con un presupuesto de 4 millones y medio de pesos, 500 extras y bajo las órdenes del director Sebastián Pivotto.


























































































La primera escena de la película sobre Manuel Belgrano que encaró el realizador Juan José Campanella se rodó el lunes, en Quilmes. Allí se juntaron dos grandes actores argentinos. Por un lado, Pablo Rago como Belgrano. Por el otro, Pablo Echarri, quien da vida a San Martín. Los actores filmaron el conocido encuentro realizado originalmente en la Posta de Yatasto, donde el Padre de la Patria reivindica su confianza en el creador de la bandera, tras lo cual se produciría la victoria en la Batalla de Tucumán. En el Infiernillo se filmó dicha batalla


























































































El filme muestra también a un Belgrano idealista, que dejó todo: profesión, dinero y prestigio por la Revolución. Remarca también su lucha contra el centralismo de Buenos Aires, que lo boicoteaba permanentemente, ya que ellos estaban negociando la entrega del país a la corona inglesa o francesa, en tanto Belgrano y otros pocos patriotas se jugaban por la Independencia del país.-



























































































Eduardo Alberto Planas













































Fuente : boletìnliterariobastaya.blogspot.com
















































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N° 693 - La enseña que Belgrano nos legò...













































25 de Febrero de 2011 ≈ 17:23































































































Tras las huellas de la Bandera de Macha






























































































Por Lucia Pérez Marchetta































































































Una mañana fría de 1885 un sacerdote, Primo Arrieta, se disponía a ordenar una de las capillas del curato de Macha, y grande fue su sorpresa, cuando encontró detrás de un cuadro de Santa Teresa dos banderas.


















































Una se reconoce como la bandera actual Argentina, azul-blanca-azul, la otra, mejor resguardada por un paño de seda rojo, portaba los colores blanco-azul-blanco, con rastros de sangre y pólvora.¿Pero cómo llegaron estas dos banderas con los colores argentinos a la capilla de Titiri, situada en los andes bolivianos a 4300 metros sobre el nivel del mar, Una se reconoce como la bandera actual Argentina, azul-blanca-azul, la otra, mejor resguardada por un paño de seda rojo, portaba los colores blanco-azul-blanco, con rastros de sangre y pólvora.¿Pero cómo llegaron estas dos banderas con los colores argentinos a la capilla de Titiri, situada en los andes bolivianos a 4300 metros sobre el nivel del mar, cercana al Charayvaltu de Ayohuma.

















































Este es un misterio que descifraremos a través de la pluma del Ing. Yayo Pérez Torres, en su investigación sobre las reliquias de la independencia.



















































El autor del libro ha hecho un seguimiento minucioso de la travesía de la Bandera de Macha y brinda con rigor y seriedad sus conclusiones, pero también es un trabajo realizado con un profundo amor por su patria. “A lo largo de estos años inicié una investigación, recopilé datos, viajé a los distintos lugares que pudieran proveerme de información, conversé con varios pobladores altoperuanos e intenté rastrear, como decimos los criollos, las huellas de esta bandera”, manifestó el Ing. Pérez.


















































Escribe Pérez Torres en su libro “Bandera de Macha - La bandera de Belgrano” que a orillas del río Paraná, el General Belgrano construyó las baterías Libertad e Independencia. En su inauguración, los soldados vistieron escarapelas de color blanco y azul celeste, hecho que previamente había autorizado el Triunvirato. Ante la emoción de estar presenciando lo que para él sería el inicio de la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, hizo enarbolar una insignia creada por él, con los colores de la escarapela. Pérez Torres sostiene que la bandera nacida aquel 27 de febrero de 1812 es distinta a la que hoy conocemos, la de Belgrano sería blanca a los lados y azul en el centro. Esto se debe a una serie de eventos que se sucedieron a partir de aquel 27 de febrero.


















































En el segundo aniversario del 25 de mayo, Belgrano la hace bendecir en Jujuy, y hace jurar al ejército lealtad a la insignia patria. Nuevamente comunica de este hecho al Triunvirato, por lo que se le acusa de desobediencia, y le advierten que esa sería la última vez que no acatara las órdenes de las autoridades. Consternado, Belgrano notificó de la falla en la comunicación, y anunció que se desharía de la bandera, procurando que nadie la recuerde cuando adopten una insignia propia.


















































Pasaron ocho meses hasta que la bandera vuelve a enarbolarse, y esto sucede después de la batalla de Tucumán. Por lo tanto, el 13 de febrero de 1813, la insignia blanca, azul y blanca ondeaba a orillas del río Pasaje (a raíz de ese hecho se llamaría Juramento), al mismo tiempo que las voces de 3200 hombres juraban fidelidad a la Asamblea del año XIII, autoridad designada por el Segundo Triunvirato. A partir de ese momento, la Bandera Nacional no dejó de flamear en el Ejército del Norte.


















































La batalla de Salta, librada el 20 de febrero de aquel año, fue el bautismo de combate de la insignia patria, y como lo había profetizado Belgrano, se enarboló el día de una gran victoria. Belgrano regresa a Jujuy, y para la conmemoración del 25 de mayo, manda a pintar en un paño blanco el escudo de la Asamblea del Año XIII. Esta bandera es bendecida y entregada al Cabildo de Jujuy, ahora conocida como Bandera Nacional de la Libertad Civil. Belgrano tenía conocimientos de que la Asamblea había dispuesto otra bandera de tres franjas, parecida a la suya pero no idéntica, por lo que la bandera que llevaba el ejército es presentada el 24 de mayo, para no contrariar a la Asamblea.


















































Más adelante, Belgrano pide a la Asamblea que le enviaran otro pendón distinto al español, que la representara. Pérez Torres considera que al contestar esta petición, el 9 de julio se envía al Gral. la bandera que hoy todos conocemos.Los sucesivos pasos de la bandera no fueron tan afortunados, pues las siguientes batallas que preside son las de Vilcapugio y Ayohuma. Ante estas derrotas, el General encomienda la tarea de esconder las banderas al coronel Zelaya para que no cayeran en manos enemigas. Zelaya, con la última caballería se dirige al pueblo de Titiri, partido de Macha, donde se encontró con el cura párroco de Macha, Aranívar, para pedirle que ocultara las banderas. Las reliquias de la independencia quedaron escondidas por más de 70 años, hasta que un día, un cura de Macha decidió ordenar y limpiar algunas de las capillas, entre ellas la de Titiri. Detrás del cuadro de Santa Teresa, el párroco Primo Arrieta halló ocultas dos banderas de seda, una de ellas ensangrentada. Esto le llamó la atención y consultó con los capilleros, que pertenecían a las comunidades originarias y eran muy ancianos. Estos le dijeron que “en nuestra infancia supimos que tuvo lugar una batalla en Charayvaltu [un lugar próximo a Ayohuma], entonces era tiempo del rey, en la cual tuvo mucha intervención nuestro cura. Los amigos del cura perdieron y persiguieron a éste, que pasó desde entonces sus días entre nosotros sin llegar sino incógnito alguna vez al pueblo de Macha. Este fue quien trajo esas banderas y las colocó en el lugar en que las vemos, desde entonces nadie las ha tocado.”


















































Desde ese entonces, se conoce a la bandera blanca, azul y blanca como Bandera de Macha, y a la bandera azul, blanca y azul como Bandera de Ayohuma, actual bandera nacional argentina. Luego de este hallazgo, la Argentina solicitó la devolución de las banderas, alegando que eran insignias pertenecientes a la historia de los argentinos. El gobierno boliviano entregó la Bandera de Ayohuma, pero conservó la de Macha, pues consideraban que dicho objeto simbolizaba los esfuerzos comunes de ambos pueblos a favor de la causa americana. La Bandera de Macha, creada por Belgrano, se conserva en el Museo Histórico de Sucre, Bolivia, mientras que la Bandera de Ayohuma es custodiada por el Museo Histórico Nacional Argentino, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




































































































Fuente : www.agendaderefexion.com.ar

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20-06-11. Sociedad.


















































El día que Belgrano escondió la bandera

































































































































La amenaza de Rivadavia:








































"Haga pasar como un rasgo de entusiasmo el suceso de la bandera blanca y celeste enarbolada, ocultándola disimuladamente", le escribió a Belgrano Bernardino de la Trinidad González de Rivadavia y Rivadavia (más conocido como Bernardino Rivadavia), a la sazón secretario de Guerra del Triunvirato. No tenían pensado aún cortar los lazos con España.








































Fue así que, hasta pasado un siglo entero, no hubo en la Argentina ningún Día de la Bandera, y en ese transcurso pocos dispuestos a celebrarla como enseña nacional.

Por ejemplo, hubo una primera y única vez que se la izó en Buenos Aires el 23 de agosto de 1812, en la torre de la iglesia de San Nicolás de Bari, donde hoy se encuentra el Obelisco.

La Asamblea del Año XIII, si bien promovió secretamente su uso, no produjo normas escritas al respecto, aquejada del mismo temor de Rivadavia.

Tras la Independencia, la bandera celeste y blanca fue adoptada como símbolo el 20 de julio de 1816 por el Congreso, que dos años más tarde le agregó el sol.

Pero recién el 8 de junio de 1938, por ley 12.361 promulgada por el presidente Roberto M. Ortiz, se dispuso que el 20 de junio fuese declarado Día de la Bandera y feriado nacional.

Fue en homenaje a Manuel Belgrano, fallecido el 20 de junio de 1820 en la pobreza más extrema y en el olvido más increíble, hasta el punto que sólo el periódico El Despertador Teofilantrópico publicó el aviso de su muerte con una resumida biografía.

Todos los restantes diarios porteños lo ignoraron, debido a que estaban muy ocupados con la agitación política y social de esa hora: la guerra civil hizo que ese día Buenos Aires tuviera tres gobernadores.

Pero, ¿por qué no se celebra el Día de la Bandera en su verdadera fecha, es decir, en la que eligió el propio Belgrano para enarbolarla por primera vez? ¿Qué necesidad hay de emparentar un hecho luctuoso con una creación tan sublime y perenne? Desde el ámbito educativo se respondió más de una vez que es mejor dejar las cosas así como están porque el 27 de febrero cae en plenas vacaciones y los alumnos no tendrían la oportunidad de celebrarla.

La historia cuenta que veinte días antes de enarbolar la bandera, Belgrano -que se encontraba en Rosario al mando del Regimiento 5 de Patricios- le había reclamado al Triunvirato: "Me tomo la libertad de exigir a V.E. que se declare una escarapela nacional para que no se equivoque con la de nuestros enemigos".

El distintivo propuesto era una escarapela azul y blanca que se adosaría al uniforme, en reemplazo de la colorada, que se confundía con la enseña realista.

El Triunvirato le hizo saber su aprobación, y el 18 de febrero 1812 se creó la Escarapela de las Provincias Unidas del Sur, con los colores blanco-celeste-blanco, inversa a la actual.

Pero el 27 de febrero, Belgrano informó al Triunvirato: "Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé a hacer celeste y blanca, conforme a los colores de la Escarapela nacional. Espero que sea de la aprobación de vuestra excelencia".

El problema fue que el Triunvirato no tenía pensado cortar aún los lazos con España. De hecho, poco antes el gobierno había proclamado "la unidad indivisible de la nación española de la cual forman parte las provincias del Río de la Plata".

Belgrano no recibió a tiempo la carta de Rivadavia recomendándole que escondiera la bandera, porque el correo llegó a Rosario cuando él ya se encontraba en viaje hacia Salta para ponerse al frente del Ejército del Norte; y fue así como el 25 de mayo de 1812, la enarboló y la hizo jurar allí nuevamente.

Cuando se enteró, el secretario de Guerra montó en cólera y volvió a escribirle a Belgrano, esta vez en un lenguaje mucho más enérgico: "El gobierno no hace más que dejar a la prudencia de V.S. la reparación de tamaño desorden, pero debe prevenirle que ésta será la última vez que sacrificará hasta tal punto los respetos de autoridad y los intereses de la nación que preside", lo amenazó.

El 18 de julio de 1812, Belgrano le respondió: "La bandera la he recogido y la desharé para que no haya ni memoria de ella".






















































































Banderas Argentinas:



Bandera usada por Belgrano en 1812.
Bandera conocida como la "propuesta de Pueyrredón", decretada el 25 de febrero de 1818 para la marina de guerra, nunca fabricada, derogada 7 días después.
Bandera argentina de 1818 a 1820.
Bandera menor usada popularmente entre 1813 y 1816 y oficializada en 1816
Bandera usada por Belgrano en 1813, utilizada popularmente entre 1813 y 1816
Bandera donada por Belgrano a la provincia de Jujuy
Gallardete empleado por Belgrano.
Bandera de la marina de Argentina, oficializada el 14 de marzo de 1818. La de los buques mercantes era la misma, pero sin el Sol. En 1819 tuvo durante unos meses un tono azul en lugar del celeste, que luego fue restablecido. Se dejó de usar hacia 1820.-














































































































































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POEMA DE JLPO





















































Hoy

























































Las tipas de la Cañada
le dan un aire simpàtico
y el sol ilumina la
mañanita cordobesa.

Desarraigado el frìo, el dolor,
el miedo la soledad, el desamparo,
la intemperie parece haber retrocedido
ante el calor que se enciende.

Busco un cobijo, una tibieza que
me protega del pàramo, del a veces
real viento del desierto inhòspito que inunda
mi pecho y mi alma.

Mi corazòn goteaba. Lo vì yo.
No es tiempo de lamentos ni quejas,
parece aproximarse una hora de empezar
de nuevo, reparar lo reparable
y esperar el paso de los dìas en
paz, amor y refugio tibio.



José Luis Planas Osorio
Ciudad de Còrdoba, 18 de Mayo de 2011

































































































































































































































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El dìa Lunes 27 de Junio del cte. año, se r ealizò en el Salòn de los Pasos Perdidos de Tribunales de Cruz del Eje un homenaje a los 88 años del Periódico Regional “La Idea”, a cumplirse el pxmo. 9 de Julio, organizándose por parte de la Comisiòn de Cultura de esta Sede Judicial las II Jornadas de Integraciòn Cultural “LA PRENSA,TESTIGO DE NUESTRA HISTORIA” , con la exhibición de materiales publicados por esta Imprenta, desde el diario “Tribuna” y luego “Tribuna de Cruz del Eje”, desde los años 1917/19 del Siglo pasado. En el año 1923 se comienza a editar el diario “La Idea” hasta el dìa de la fecha.























































































































































































































































































































Tambièn se expusieron objetos utilizados para la impresión del diario y una muy lograda y cuidada Exposiciòn de Fotografias del joven Alejandro Konnicoff, estudiante de Abogacìa e hijo de una funcionaria local, la Dra. Ana Rosa Zeller. “Muy càlido todo” , fuè la expresión usada por el Dr. Dreifo Omar ALVAREZ (a) “Tutti”, al referirse a las características del evento citado. Con motivo del homenaje hablaron el periodista del diario “La Voz del Interior” Angel Stival, el Vocal de la Càmara Criminal y Correccional Dr- Angel Francisco Andreu y el Dr. Alvarez e n representación del periódico , ante una nutrida concurrencia entre los que se encontraban, abogados del foro local, empleados, funcionarios y magistrados judiciales, miembros del Centro de Jubilados del CISPREN ( Sindicato de Prensa) de Còrdoba y público en general. La muestra estarà hasta el dìa 05 de Julio en exhibición fecha en la cual comienza el receso invernal ( Feria ) de los Tribunales en toda la Provincia de Còrdoba.-










































































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El dìa Lunes 04 de Julio darà una Conferencia el Dr. Miguel Rodriguez Villafañe en en la Sala de Remates de Tribunales sobre el tema:”La Libertad de Expresiòn” y se harà un homenaje a Carlos Ubelino Castro Cuello ya los Colaboradores del citado periódico.- Josè Luis Planas Osorio, 30 de Junio 2011.-















































Clisès varios usados en la impresiòn de fotografías e imágenes en “La Idea”






























































































































































































































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Carlos Gardel: el mito y su lado desconocido





























19.06.2011 18.00


















































El 24 de junio se cumplen 76 años de la muerte del cantante. un adelanto imperdible de "100 anécdotas desconocidas sobre Gardel", de Norberto Chab, editado por booket.




































































































EL PIBE QUE TOCABA EL BANDONEÓN

El papá del pibe se enteró de que Gardel estaba en Nueva York y decidió regalarle una talla en madera: se trataba de la efigie de un gaucho tocando la guitarra. En ese 1934 había escasos sudacas en la Gran Manzana. El ocasional artesano, un marplatense llamado Vicente, que había emigrado con la vaga y vana esperanza de mejorar su situación económica, trabajaba en la peluquería de Nicola Scabutiello, un rufián del West Side cuya actividad más rentable era la explotación de billares clandestinos y las apuestas de quiniela. A su esposa, Asunta, no le iba mucho mejor: era peluquera en un salón de belleza donde tres veces por semana iban las mujeres de la mafia italiana y otras tres, las de la mafia judía. Y más valiese que nunca se cruzaran entre ellas.

El pibe tenía 12 ó 13 años y no tenía idea de quién era Gardel. Amaba la música, pero la de Cab Calloway. Tenía un bandoneón, pero suspiraba por una armónica. Estudiaba armonía con Bela Wilda, pero sólo para desentrañar los misterios de Bach. ¿Por qué Gardel, entonces? Pues porque Vicente tenía sus discos, lo admiraba y el alma se le llenaba de nostalgias cuando escuchaba un tango.

Y ahí va el presuntuoso pibe cuasi adolescente, con la talla envuelta en un papel de diario, subiendo el ascensor de uno de los departamentos de Beaux Arts, donde se aloja el ídolo del tango. En el trayecto se cruza con Alberto Castellano, director musical de las películas que estaba filmando el "Zorzal Criollo". Hay un breve diálogo previo, en inglés, hasta que los dos se descubren argentinos. Castellano le dice: "Pibe, me venís bárbaro, salí sin las llaves. Haceme un favor, entrá al departamento por la escalera de incendio y despertá a un señor que está durmiendo en la pieza".

El pibe hizo lo que le pidieron. Y más: después de despertar a Gardel y de regalarle la estatuilla, le contó que tocaba el bandoneón. Que era lo que Vicente le dijo que hiciera.

Entonces Gardel, que no sabía hablar inglés, lo adoptó como guía, cicerone y amigo. Antes lo había escuchado y diagnosticado, cariñosamente: "El fueye lo tocarás fenómeno, pero el tango lo tocás como un gallego".

Juntos fueron a las grandes tiendas, como Macy y Old Dark. Juntos fueron a la cantina italiana "Santa Lucía", en el Greenwich. Y juntos fueron a la casa de Vicente, donde Asunta preparó ravioli y de postre, buñuelos de manzana.

Carlitos es generoso con ese criollo crecido en los arrabales de una ciudad hostil y ajena. ¡Con quién no habrá sido generoso! Consigue que lo acompañe en el teatro Campoamor, donde realiza algunas actuaciones. Y también obtiene para él un papel de canillita en "El día que me quieras". Hay que confrontar con los sindicatos, que le impiden la contratación de menores y extranjeros. Pero Gardel todo lo puede. Por esa película el pibe obtiene 25 dólares. Y una posibilidad única para su edad: la de salir de gira con el cantor. Y se lo ofrece el propio Gardel, además.

Cuando don Vicente se entera de la propuesta, vuelve a tallar: su negativa es terminante. Alega comprensibles razones de edad.

Gardel lo entiende. El adulto se separa del pibe. No han de volver a verse: al "Morocho del Abasto" lo espera el vuelo fatídico como corolario fatal de su gira. Al joven bandoneonista, que se llama Astor Pantaleón Piazzolla, le tocará otro destino.


LA CAUSA REVOLUCIONARIA

Juan Vicente Gómez, dictador duro y trágico (como corresponde a un dictador), quien en 1908, como vicepresidente, traiciona a su presidente Cipriano Castro –quien, como una burla del destino, lo nombrara "Gran Pacificador de Venezuela"– y se encarama en el poder, tiene fecha de vencimiento.

En ese 1935, después de sucesivas reformas constitucionales para perpetuarse en la presidencia, de eliminar el disenso político y sembrar el terror, de trasformar a Venezuela de nación agrícola a potencia petrolera, ese militar desgastado cruza el umbral de sus 78 años conduciendo los destinos del país desde una hacienda campestre, ubicada en las afueras de Maracay.

El 25 de abril arriba al puerto de La Guayra, procedente de San Juan de Puerto Rico, la motonave "Lara". En la embarcación hay un pasajero ilustre. Es Carlos Gardel. Que no bien pisa suelo venezolano debe sortear las manifestaciones desbordantes de cariño. Primero en el puerto; más tarde, en el hotel Miramar, donde la delegación almuerza. Nada comparado con su llegada a Caracas, después de dos horas de viaje en tren. La policía reprime a los admiradores (?), a tal punto que hasta Alfredo Le Pera recibe un palazo.

Un día después, el Teatro Principal revienta de público. El compromiso contractual dice que serán ocho noches. Y que además ha de concretar una actuación en Radio Caracas. La gira se completa con conciertos en las ciudades de Valencia, Maracaibo y Cabimas.

Lo que está fuera de programa es la invitación del dictador Gómez. Intrigado por la fama del cantor criollo, quiere conocerlo. A Gardel le recomiendan dos cosas: no negarse al pedido del mandatario y no pedir cachet. No es un acuerdo ventajoso, pero dos personas le aconsejan presentarse en la residencia de Maracay: el empresario Salvador Cárcel y el periodista Pisarelo, un argentino especializado en hípica que tiene un momento de gloria en sus audiciones radiales.

Gómez, a quien llaman "El Bisonte" como postrer rasgo de su pasada fortaleza, recibe al artista. Unos cien invitados, la mayoría cortesanos del poder, asisten al recital. Tal vez como mueca sarcástica, ya que el presidente tiene un criadero de gallos de riña y es amante de esta actividad, comienza el concierto con "Pobre gallo bataraz". Si es un homenaje o una burla, nadie lo ha de saber.

La noche se prolonga y Gómez le obsequia al cantor diez mil bolívares, una cifra más que compensatoria de la fecha suspendida en el teatro caraqueño.

Pero Gardel sabe que en esa Venezuela no están Rómulo Gallegos ni Blanco Fombona: otra generación de intelectuales, más venales, ocupan las primeras planas. Reconoce el acallamiento ominoso de las clases populares. Y tiene la oportunidad del resarcimiento: al arribar a Curaçao, próximo destino de la gira, se contacta con los revolucionarios exiliados que pretenden derrocar a Gómez. Y cuando los encuentra, les deja los diez mil bolívares, a nombre de alguna futura revuelta de la que no será testigo.

El dictador muere el 17 de diciembre. El cáncer de próstata no perdona.




















LA AUTOPROFECíA CUMPLIDA

La escena acontece en el aeródromo Le Bourget, ubicado a 6 kilómetros de París, creado en 1915 y desde donde salen vuelos comerciales a Bruselas y Londres. El destino es Londres, justamente: después de una discusión con un empresario, que obtiene un contrato para cantar allí, Gardel es convencido de que el mejor medio de trasporte para arribar a la capital de Inglaterra es el avión.

Pero Gardel no aparecía.

"Los guitarristas estaban con los ojos pegados a los cristales del avión escudriñando el camino", poetizaría años más tarde Mario Batistella, amigo, letrista y colaborador del Maestro durante su estada francesa de 1932.

Hasta que Gardel llegó. Alguien lo urgió a subir a la máquina. Y el cantor, con el fastidio dibujado en el rostro, contestó algo así como "No hay nada que hacerle, muchachos, cada uno tiene su berretín. ¡Cruz Diablo! ¡Vade Retro! Yo salgo esta noche y me voy con el tren. ¡Que tengan buena suerte!".

Como no hay documentación que acredite que el Mago hubiera estado en Londres, es posible que Batistella no haya batido la justa, sino que haya recreado una situación utilizando la conocida aversión a los aviones del ídolo.

De ese episodio –que pudo haber ocurrido en 1932- a la carta que Gardel le escribe a Armando Defino el 20 de junio de 1935 cambian las fechas pero no la preocupación: "Ahora la vamos viajando en avión y ya te imaginarás el fierrito de los guitarristas... elogian la comodidad y la rapidez del avión pero no ven la hora de largar. Hay que ver las risas de conejo de todo el personal cuando se meten en los trimotores".

Gardel tiene una segunda oportunidad de volar, que también desprecia: es el martes 28 de mayo de 1935, cubriendo el trayecto entre Curaçao y Aruba. Mientras la delegación artística aborda un trimotor Fokker de la Royal Maastschappy Airlines, el ídolo prefiere sufrir los efectos de una marejada abordando una embarcación motorizada. Pero en el regreso no se salva, y cumple su vuelo bautismal en el trimotor de la compañía holandesa.

El 10 de junio arriba al aeropuerto de Medellín. Lo hace a bordo del hidroavión de cabotaje Sikorsky S-38B C-52 "Guillermo Valencia", adquirido por la Sociedad Colombo Alemana de Trasporte Aéreo, empresa de capitales alemanes, que en esos años mantenía una puja por el espacio aéreo con la compañía Servicio Aéreo Colombiano, cuyos inversionistas eran estadounidenses y colombianos. Ya se sabe qué ocurrirá el 24 de junio entre un avión de la SCADTA y otro de la SACO. Pero ahora Gardel viaja en un vuelo de la SCADTA. Y los empresarios utilizan publicitariamente este viaje. Mucho no le ha de durar: esa máquina se ha de estrellar el 6 de agosto de 1936.

El mismo piloto alemán que condujera el hidroavión, Bernhard Gruetering, ha de trasladar a Gardel y su comitiva el viernes 14, desde Medellín a Bogotá, a bordo del trimotor Ford "Cali". Las diez mil personas que lo esperan en el aerodromo de Techo y los diez días que ha de permanecer en dicha ciudad, colmado de atenciones, relaja su aprensión al avión y disimulan el "fierrito" cuando el 24 de junio a la mañana vuela de Bogotá a Medellín a bordo de un Ford F-31 de la SACO, piloteado por Stanley Harvey.

Después, Medellín. La profecía se cumple.-

































































Gentileza: Editorial Planeta


















































Fuente: ElArgentino_com- ANECDOTAS DE GARDEL.mht

































































































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José Martí y su drama en verso Abdala
(2008/01/20)





















































Por: Víctor Pérez-Galdós Ortiz sitioweb@habradio.ohc.cu
















































El 23 de enero de 1869, en el primer y único número del periódico La Patria Libre, creado por José Martí, salió publicado su drama en verso Abdala, en el que narró la historia de un joven que peleó y murió en defensa de su tierra natal.
Cuatro son los personajes principales de esta obra que se desarrolla en un país denominado Nubia. Además de Abdala están Espirta y Elmira, madre y hermana, respectivamente del joven guerrero, un senador y varios consejeros y soldados.
La obra comienza cuando el senador le comunica a Abdala que un feroz y necio conquistador amenaza, y que había enviado un emisario reclamando que se rindiese fuego y aire, tierra y agua. Ante esa noticia el personaje Abdala responde con firmeza:
Pues decidle al tirano que en la Nubia
Hay un héroe por veinte de sus lanzas:
Que del aire se atreva a hacerse dueño:
Que el fuego a los hogares hace falta:
Que la tierra la compre con su sangre:
Que el agua ha de mezclarse con sus lágrimas.
El drama en verso Abdala se desarrolla en ocho escenas. Particularmente significativa es la cuatro, en la que se produce un emotivo dialogo entre Espirta y su hijo. La madre, temerosa que Abdala pueda morir en la guerra, lo trata de retener, a lo que el joven le responde:

¿Yo detenerme, madre? ¿No contemplas
el ejercito ansioso que me aguarda?
¿No ves que de mi brazo espera Nubia
la libertad que un bárbaro amenaza?
¿No ves cómo se aprestan los guerreros?
¿No miras como brillan nuestras lanzas?
Detenerme no puedo, ¡oh, madre mía!
¡Al campo voy a defender mi patria!

En la escena siguiente, en la continuidad del dialogo entre la madre y el hijo, a través de lo que dice el personaje Abdala, Martí ofrece una imagen llena de trascendencia acerca del significado que le concede al vocablo Patria.

El amor, madre, a la patria
No es el amor ridículo a la tierra,
Ni a la yerba que pisan nuestras plantas;
Es el odio invencible a quien la oprime,
Es el rencor eterno a quien la ataca;

Y más adelante también hizo referencia a lo que representaba para él la defensa de la patria, cuando en voz de Abdala manifestó:
Quién a su patria defender ansía
Ni en sangre ni en obstáculos repara;

Este drama en verso concluye cuando Abdala, tras haber participado en los combates, yace moribundo, pero feliz porque siente la satisfacción de que el enemigo había sido vencido.
Precisamente el drama termina con estas palabras de Abdala:

¡Nubia venció! muero feliz: la muerte
Poco me importa, pues logré salvarla...
¡Oh, qué dulce es morir, cuando se muere
Luchando audaz por defender la patria!

Cuando se publicó Abdala Martí estaba a punto de cumplir 16 años, y ya hacia varios meses que en Cuba se combatía por alcanzar la independencia.
En gran medida la vida de Abdala descrita por Martí fue como un anticipado reflejo de su propia existencia, ya que con el decursar del tiempo él supo incluso enfrentarse a contradicciones que surgieron en el seno familiar, por su decisión de darle prioridad absoluta a todo lo referido al desarrollo de la lucha por la independencia de su tierra natal.
Al igual que Abdala, Martí supo luchar y morir en defensa de su Patria. Resultó Abdala la primera obra que se conozca de envergadura escrita por José Martí. Otras obras le seguirían, como las tituladas Adúltera, en tres actos; Amor con amor se paga, representada en México el 19 de diciembre de 1875, el drama indio Patria y libertad, escrito durante su estancia en Guatemala; y la novela Amistad funesta, que se publicó en 1885 en el Latino Americano, periódico bimensual y órgano de la Compañía Hocktograph de Nueva York, aunque la novela salió firmada por Adelaida Ral, seudónimo utilizado por Martí.-









































































































































































































































































































































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GLAUCE BALDOVIN




















































El miedo


Lo llamé alacrán.
Inocente arácnido que no sabe del veneno ni
la mordedura
No fue culpable de la opresión en el pecho
falsos aquellos tentáculos de acero.
Vive.
Anda por la vida con la libertad que la naturaleza
le concede.
¡oh, pequeño alacrán!
Ven, pósate en mi mano
avanza por el brazo hasta la nuca
rodéame el cuello
baja hasta el pecho
la cintura
los muslos.
Seremos amigos.
No eres el miedo.
Jamás me clavarás en el corazón tu púa.

El miedo puede con nosotros
alacrán
porque hay quienes lo alimentan para someternos
lo elevan
lo disfrazan
lo esparcen
lo venden.
Como densa nube lo hacen sobrevolar la Tierra.
lo inyectan en los huevos, los tomates, la leche,
la lechuga
en las líneas, los colores, los sonidos, las letras.
Hacen té con el miedo
licores
sopas
propagandas
series televisivas.
Lo deslizan en los pañales, los manteles, las sábanas
el velo de la novia
el pañuelo para enjugar la lágrima de la emoción
la de la herida
el luto la mortaja.

Con él construyeron chozas casas
escuelas hospitales.
la cárcel
el manicomio
el laberinto.




Un arte
en fuga de muerte.

Queda el lenguaje:
la traza de espuma que él puede alcanzar
sobre la arena del desierto

Livia Hidalgo
de Isadora, jardín de invierno

Livia Hidalgo – autora de esta reseña - conoció a Glauce, la frecuentó, la admiró y en todo momento trata de que su obra sea conocida. Coincidimos con Livia que no se ha hecho justicia con Glauce, a quien define como “La Poeta Latinoamericana”, basta simplemente con saber que a casi dieciocho años de su muerte, la obra de esta relevante poeta sigue en gran parte inédita. Gracias poeta, por este invalorable aporte.





Fuente:
http://boletinliterariobastaya.blogspot.com/














































































































































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